Brindis 2006

Gracias a todos los que me acompañaron durante el 2005. Y cuando hablo de acompañar hablo de ustedes, lectores. Leer es una de las formas más lindas de acompañar y hoy, último dìa de este año, me siento acompañado y compañero (de ruta). (more…)

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we love mardel: 28-12-05, 5:50 AM

Me duelen los ojos y las uñas. Las uñas porque no paré de mordérmelas durante el viaje en colectivo. Los ojos por la luz del cielo nublado detrás del vidrio del café – pizzas – comidas rápidas al que vine a hacer tiempo hasta las diez y media, hora en la que estará lista la habitación del hotel. (more…)

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Marcos (tercera y última parte)

Marcos me agarra del brazo y me coloca frente a él. Me mira a los ojos y me besa con fuerza, como si inflara una burbuja de energía que lo va a proteger del cuadrúpedo que se acerca gateando por la alfombra, apenas visible en la penumbra de la habitación que huele a sahumerio de manzana verde. El tipo se desliza lentamente con la cabeza baja, atravesando una por una las líneas de luz que se cuelan por las ranuras de la persiana. (more…)

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Marcos (segunda parte)

Al otro día me despierta el teléfono. Marcos mira el reloj (son la 13.30), y se tapa la cara con la almohada. Contesto.

– ¿Querés venir a ver una orgía con mis esclavos? Son tres, la casa queda en Colegiales – dice Tiago, mi amigo taxi-boy en el teléfono.
– No, Tiago, estoy con Marcos.
– Ah, bueno, vos te lo perdés. Chau. (more…)

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Marcos (primera parte)

[Buenos Aires, diciembre de 2005]

La película me está poniendo nervioso. Se trata de un hombre que parece transparente pero que esconde un lado opaco, que finalmente resulta ser negro; de unos hombres vestidos de negro metidos en una limusina negra, que vienen a traer lo siniestro; de lo siniestro y como se transmite viralmente, como viaja en el aire y se mete en las casas y en la sangre. (more…)

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Esquivar y desaparecer

Lo que más me gustaba en esa época era esquivar y desaparecer. Es decir, el delegado y la escondida. Me había obsesionado con el delegado y practicaba los movimientos de esquive solo, en mi casa, frente al espejo del comedor. Como los pibes del barrio se aburrían después de 15 minutos de intentar “quemarme”, tuve que inventar variaciones que abreviaran el tiempo de juego: el delegado con dos pelotas o el “vale tirar a la cabeza” (la versión standard solo permitía pegar el pelotazo debajo de la cintura). (more…)

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