Café Barracuda

Ella tiene una camisa floreada, pero deben ser flores carnívoras, porque son rojas, anaranjadas y amarillas y parecen comerse entre ellas, o copular, tan Pink Floyd The Wall. Más arriba, la tintura del pelo parece también comerle la cabeza. Y el cuello está apretado por un collar de bolas gigantes, también rojas. Enfrente tiene un viejo canoso, con unos anteojos de marco grueso.

-… ese barrio está lleno de chinos ahora.
– Es una cueva de chinos.
– La de Alí Babá.
– Ese era turco.
– Pero también eran un montón.
– Son países de ignorantes, como este.
– Acá es peor. Les dan drogas de chicos, no es solo que no aprenden.
– Aparte no hay voluntad de aprender.
– No hay ejemplos, mirá quiénes son los referentes acá. Diego Armando Maradona. Un mamarracho.
– Y Moria Casán, la otra.
– A mí me encanta Iván de Pineda. Ese es un referente, un chico bien aprendido.
– A Maradona no lo reciben en Estados Unidos, por drogadicto.
– Yo me drogo, pero soy buena gente.
– ¿Con qué te drogás?
– Yo fumo.
– Eso no es droga.
– Sí, es. Fijate Maradona, en los buenos países le niegan el saludo. Y lo reciben bien en Italia.
– Pero Italia no es referente.
– Antes lo eran, pero dejaron de hablar latín y ahí se decayeron.
– El latín viene del griego.
– Por eso, un buen idioma.
– Fijate que a Sofovich, que sí es referente, lo critican. Lo critican por saber.
– Porque piensa que hace trampa, pero él sabe de verdad. Y lo critican en este país, que está lleno de brutos e ignorantes.
– No hay respeto por nada. Ni la presidenta respeta, y de ahí para abajo, nadie.
– Odio este país. Los países que valen la pena son Inglaterra, Estados Unidos y Australia.
– Australia es ideal, pero la naturaleza es dura.
– Pero la gente es educada.
– Voy al baño.

Es ella la que va al baño. Y él saca su celular. Hace tres llamados, a distintos miembros de su familia extendida. Les dice que es un día espectacular en Mar del Plata, mira la temperatura del televisor, y dice acá 28 grados, estamos en la playa, sol espectacular. Miente. La playa está a 10 cuadras y acá el sol no se ve. Ella vuelve del baño, y se estira las bolas del collar, que parece tener atravesadas.

– Te das cuenta lo mal que está este país cuando vas al baño. Son todos unos brutos.
– Hay que ir a Inglaterra.
– Pero ahí hay mucho gay.
– Y ahora están envalentonados.
– Igual los van a sacar.
– ¿A quién?
– Ya sacaron a Frondizi, a Illia, y sacamos a Isabelita.
– Sí, ¿pero cuánto tardaron en sacarla e esa?
– Dos años.
– Aparte vos no lo sacaste.
– Pero yo estuve de acuerdo.
– Vos festejaste con champán, eso no es sacar.
– ¿Podés ser dejar de ser maestra por un rato?
– ¿Vos podés dejar de ser vos un rato? Todos somos uno mismo.
– Yo lo que quiero no es que los demás sean a mí, quiero que sean superiores a mí. Quiero aprender de los demás, de los más jóvenes, pero se la pasan drogados.
– Iván de Pineda no.
– No sé, mejor no averiguar.
– Pedí la cuenta.
Llama a la moza. Él se empuja el puente de los anteojos hasta clavárselo en el entrecejo.
– Lo que falta es avidez. Yo tengo avidez de conocimiento. Por eso quiero alguien superior para poder aprender.
– Nunca vas a poder, porque vos siempre te creés superior a los demás.
– ¿Pediste la cuenta?
– Sí, ya se lo pedí a la moza.
– Ese es el otro problema. En cualquier país decente está la moza y está el adicionista, los que sirven no pueden sumar y cobrar. No saben hacer cuentas, y además es poco higiénico, no tendrían que manejar plata.
– Tenés razón.
– Sí, siempre tengo razón.

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