Grandota

El boliche se va llenando. Voy hacia la barra a pedir un trago, pero cuesta avanzar, así que le apoyo la mano en la cintura a un flaquito, a manera de indicación táctil de que quiero pasar (es menos violento que gritarle al oído con la música fuerte). El flaquito pega un respingo como si le diera una descarga eléctrica. Perdón, permiso, le digo, sonriendo. Pone trompita y se torsiona para dejarme pasar, mientras se apoya un poco en su amigo y saca un poco de culo chupín mostaza. Cuando ya pasé y me estoy alejando escucho que le dice al otro “cuánta loca grandota hoy, ¿no?”.

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