Frío frío como agua del río

[10 de Julio de 2002, Merlo, Buenos Aires]

frío frío, como el agua del río
o caliente, como agua de la fuente

– Juan Luis Guerra

Prólogo

Conocí a Adrián en el chat y nuestras afinidades fueron instantáneas: ambos habíamos vivido en San Francisco, ambos teníamos treinta años, juntos nos quejábamos de la vacuidad del levante ciberespacial. Nuestros desacuerdos también parecieron funcionar como puentes: estaba claro que nuestras coreografías sexuales nos impedían la danza conjunta y eso nos permitía entregarnos sin reservas al diálogo cordial. Así quemamos rápidamente las etapas que en un contexto de seducción hubieran consumido días de tires y aflojes: hablamos por teléfono a la media hora, me mandó una foto suya inmediatamente (morenito, peludo, con una zunga mínima en una playa mexicana) y yo le respondí con una videoconferencia con la webcam conectada. El encuentro sí se demoró unos días. Privados de urgencias sexuales – de la gravitación de la atracción carnal – teníamos la libertad de fijar el “real time” en algún punto incierto del futuro.

Hubo sí, pequeños desajustes, alguna nube aislada que anunciaba la tormenta eléctrica, pero no les presté atención. En el teléfono Adrián me preguntó si pensaba que 300 mil dólares serían suficientes para vivir unos meses en USA. Respondí que sí, pero la pregunta me quedó rebotando en la cabeza: ¿por qué alguien que ya había vivido en USA preguntaría algo así? ¿era solamente una muestra de ingenuidad, o una ostentación de pésimo gusto? El otro nubarrón fue la empecinada insistencia en que me defina como “morrudo” o como “gordo”, ¿cuál de las dos calificaciones, según mi opinión, me sentaba mejor? También escuché estupefacto, sin haberlo preguntado, que yo “aparecía mucho más masculino en cámara” de lo que “sueno” en el teléfono. Mi masculinidad o femeneidad me tienen sin cuidado, pero el comentario sonó gratuito y malintencionado.

Descubrí a los pocos días que, a pesar de que nuestra afinidad sexual era nula, sí había una corriente subterránea de flirteo inofensivo. Adrián ahora me pedía con insistencia que lo visitara en capital y se mostraba contrariado cuando cancelaba mi visita o priorizaba alguna otra salida. Finalmente una noche me acorraló en el chat y me pidió que fuera a verlo. Yo tenía excelentes excusas para no ir: hacía frío, eran las 9 de la noche, era un día de semana… pero por alguna extraña razón accedí.

Me tomé un remis, me subí al Sarmiento y partí hacia capital. El frío era atroz y yo estaba desabrigado. Lo llamé desde la estación de Merlo para confirmarle que iba hacia allá y otra vez desde Once, ya que estaba retrasado unos 20 minutos y quería asegurarme de que me esperara.

Cuando llegué al departamento, me atendió el Adrián de la playa mexicana, pero vestido: campechano, agradable, tranquilo. Sólo intercambiamos holas e inmediatamente me pidió que fuera al dormitorio con él. Nos recostamos juntos en la cama: Adrián no quería perderse la cámara oculta de Tinelli, con Susana Romero. Yo estaba aturdido, pero me dejé llevar. El sketch duraría quince minutos, el café o la cena vendrían después, pensé. El mobiliario era parco, al lado de la cama había apiladas tres valijas cubiertas de polvo. Mientras Susana Romero terminaba de salir de su asombro y descubría que todo era una joda para Videomatch, sonó el celular de Adrián. Lo contestó y desapareció de la habitación. Lo escuché reírse divertido en la cocina, hasta que volvió a cerrar la puerta de la dormitorio. Esperé unos 20 minutos, no entendía nada. Tenía ganas de irme pero no quería responder a una grosería con otra. Salí al baño – sólo para subrayar que seguía ahí -. Adrián se me acercó con un dedo en los labios, pidiendome silencio y me alcanzó un papelito que decía “Llamado +++ importante”. Furioso, volví al dormitorio y esperé otros 25 minutos. ¿Cómo podía ser tan importante el llamado de un amigo con el que se divertía charlando por teléfono?

Me puse un límite de tiempo, 11.45 me iba. A las 11.50 salí de la habitación, agarré mi mochila y avancé hacia la puerta. Me cortó el paso y me hizo de nuevo la seña de silencio seguida de la seña de que esperara un minuto. Yo hice la seña (mentirosa) de que volvería. Abrí la puerta, me fui.

Quedé solo en la calle, tratando de explicarme lo que había pasado. ¿Me había tomado un tren a horas insólitas, en un día de frío atroz, para cumplir con los caprichos de un desconocido petulante y ahora terminaba con dos holas y una cámara de Susana Romero como recibimiento?

Fui a comer, pensando que eso me calmaría. Me calmó, al menos un poco. No me resignaba al sinsentido de esa noche macabra, y me forcé a pensar que la culpa la tenía la torpeza de un mal comienzo, que estaba a tiempo de emparchar el bote que se iba a pique. Llamé por teléfono. El teléfono de la casa daba ocupado y el celular no contestaba. Llamé en forma continua durante 10 minutos, ahora ambos teléfonos sonaban, pero nadie contestaba. Dejé un mensaje idéntico en cada contestador: “Me fui recaliente, tenía hambre, no había cenado. Estoy abajo, voy a tocar el timbre de tu casa en dos minutos, no tiene sentido que no charlemos y tomemos un café. Vine para eso. Nos vemos pronto”. Hice sonar infructuosamente el timbre de la casa durante 10 minutos, nunca lo contestó.

La furia me invadió pero pronto el sentimiento mutó a tristeza. ¿Qué clase de basura era yo para que me tiren así a la calle a la espera del camión de Cliba? El frío se me metía entre las costuras del sobretodo y me calaba hasta los huesos y me daban ganas de llorar. Miré el reloj y no lo pude creer, eran la 1.10am y el último tren a Merlo salía en 10 minutos. Me subí a un taxi, le pedí al conductor que apretara el acelerador, me bajé corriendo del auto, atravesé la estación de Once como un rayo, pero no llegué: el tren se había ido. Once, frío, 4 tipos dando vueltas por ahí, borrachos, drogados o quizás víctimas de alguien que los dejó plantados.

Llamé otra vez a Adrián. Pensé que luego de 20 minutos tenía que haber escuchado los mensajes en el contestador, quizás también él había recapacitado y reevaluado la torpeza de nuestro desencuentro. Me atendieron los contestadores, y dejé mensajes lastimeros: “Adrián, estoy en Once y mi último tren se acaba de ir, charlemos hasta las 5 de la mañana que sale el próximo, usemos el tiempo que nos habíamos reservado para conocernos, atendé el teléfono por favor”. Nunca contestó.

Al día siguiente lo llamé. Los detalles de la conversación están de más: me explicó que el llamado era por un trabajo, que no podía no contestarlo, que no podía cortar a los 5 minutos y que cuando me vio irme enojado decidió irse el mismo a cenar algo y no volvió hasta las 5 de la mañana. Eso no explica nada, por supuesto. ¿Un llamado por trabajo a las 11 de la noche? ¿por qué su teléfono dio ocupado durante 15 minutos si no estaba en la casa? Si lo llaman a altas horas de la noche por trabajo, ¿por qué no contestó el celular cuando lo llamé? ¿No lo llevaba con él? ¿O como el identificador de llamadas marcó que el llamado ingresaba desde un teléfono público decidió no contestarlo?

Cuando intenté buscar una explicación me cortó en seco: “Vos sólo ves tu parte: viajaste desde Merlo a las 10 de la noche cagándote de frío, pero no ves la mía: yo le abrí las puertas de mi casa a un desconocido. No tengo ganas de discutir esto, ya está, no hay nada más que aclarar ni qué decir. Chau.”

Nudo

Los ecos de este tropezón me persiguieron durante todo el día, estuve atontado, sonámbulo. La noche me volvió a poner en mi lugar, y a las 6.30 de la mañana, insomne, escribí el email que transcribo a continuación y que le envié:

—– Original Message —–
From: Christian
To: Adrian
Sent: Wednesday, July 10, 2002 6:52 AM
Subject: Frío frío como el agua del río

Hmm, resultaste gordín, orejín, simpático por exactamente 32 segundos, desconsiderado por 40 minutos y encima me hiciste cagar de frío en Once mientras hablaba con tus variados contestadores y observaba en cámara lenta una sucesión de polaroids gélidas, el lento circular de figuras desgarbadas en su recorrido lumpen. Combinación fatal la tuya.

“¡Qué noche!” diría mi tío abuelo Toribio.

Acá estoy 6.30 am. El día despues. Sleepless in Merlo. Y mi humor no da para responder emails anodinos de conocidos del hemisferio norte que reclaman noticias extra-extra-extra. No hay noticias y mejor ni les cuento mi periplo helado de la víspera.

Okay, no hablo mas del frío, de la espera, de la llamada fatal, de la cámara oculta de Susana Romero. Me gustó el acolchado de tu cama.

No tomo drogas. Mi droga es la noche abierta, el insomnio, mi reloj biológico alineado con algún meridiano asiático, habré sido Shao-Lin en una edad remota, caminando solo y tocando la flauta traversa de caña por los bosques de un peregrinaje sin sentido.

Escucho a Tracy Chapman, la casa inmóvil, el barrio inmóvil, el mundo inmóvil. Volví de jugar al Pictionary con amigos, enganché a una amiga mía con un tipo por el videochat. Bah, la pongo a ella en cámara y yo tipeo. Ella tiene tetas, yo tengo dedos y mando fruta… y la mezcla es letal. Ahora, cuando ella se tenga que largar con su bagaje verbal y resultar simpática, zarpada, sensual, ingenua, feroz… ¿cómo hará? Dios proveerá y espero que tenga mucho en stock.

Hoy estuve probando una linea telefónica de contactos. Es surrealista, los mensajes son bárbaros. El mejor es éste: “Ordeño machos calientes por teléfono”.

La verdad láctea.

Me enojé mucho ayer. Ah, cierto que de eso no tenía que hablar. Me fui enojado y sintiéndome como el orto. Comí, me calmé, volví y jugué al ring-raje en tu casa con un portero eléctrico mudo-mudo.

Pensé en ir a Toms, pero me sentía Jerry, con ganas de huir y meterme en el agujerito semicircular de la pared.

Y como soy un obseso, me preguntaba que error había cometido. ¿No seguir mi instinto, mi único santo patrono? ¿Patinar ahí, permitir un ir en vez de un quedarse? Trepar a un tren con la urgencia de Philleas Fogg con un rumbo borroneado, cruzar el conurbano metido en una víbora metálica que se sacude espasmódica a encontrarme con un salteño con orejas de asas de taza de tomar el té, pasivo y con una sinceridad rústica del tipo “sos gordo, no morrudo, sonás mas fémina en el fono de lo que pareces en las fotos”.

Será mejor renunciar al análisis postmortem de la situación, a esta autopsia al tun-tun, a esta momificación de un fantasma, mandar al petiso analítico y facho que todos llevamos dentro a dormir y no intentar guardar cada cosa en su lugar. Dejar de una vez por todas que dioses traviesos, entre risitas, enhebren y desenhebren la madeja del (des)encuentro.

¿Me quedé caliente, a pesar del frío de Plaza Once?

¿Estoy en pedo, borracho de mí mismo, intoxicado de sobriedad?

¿La Sprite vence, y me tomé una que venció en el medioevo y estoy alucinando como con el peor hongo mejicano?

Será cuestión de recoger los hongos, como corresponde, hongo porongo.

¿Estaré poniéndome fálico porque sí? ¿Estaré llegando al clímax del email o al precipicio de mi sentido común? ¿Terminaré saltando como Thelma y Louise, imagen congelada con el T-Bird en pleno vuelo, audaz se elevan, dos águilas guerreras?

Mejor me voy. A dormir o adonde me lleven mis pantuflas.

Este email no tiene sentido. Lo escribo en un supremo ejercicio de libre albedrío. Lo escribo a la persona menos indicada, por motivos que desconozco, sin intentar debatir ni discutir ni aclarar nada. O invirtiendo el “no aclares, que oscurece” e intentando un “oscurecé, que quizás aclare”.

Para decirlo cursi: construir un quincho de luz con paja de noche. Amasar un bizcochuelo de alborada con penumbras batidas a nieve, harina de sombras y noche impalpable.

Pura masturbación verbal, puro toqueteo de palabras, pura fricción semántica, sublimación de pasiones subterráneas, volcánicas. Placas tectónicas de mi psiquis que chocan y se arrugan en volcanes, se coagulan en islas de lava, se licúan en remolinos de sulfuro.

A ver a ver como mueve la autoestima, sino la mueve, la tiene paspadita.

¿Cuántas formas de encuentro hay? ¿Serán las personas solo cuerpos con masa, sometidas a la tiranía de la gravitación Newtoniana? ¿Será entonces que solo hay tres formas de encuentro? 1. ¿La colisión frontal con su consiguiente destrucción instantánea y rimbombante? 2. ¿La orbitación eterna, el círculo que anula la fricción y el abrazo? Y por último, 3. ¿el vaivén del pulmón sideral, la breve ilusión de la cercanía seguida por el alejamiento continuo que solo es interrumpido por un nuevo ciclo respiratorio?

¿Cuál fue nuestra dinámica planetaria?

Y vos fijate que Tracy Chapman me canta ahora, y ella es negra, con trenzas rastas (me la crucé en una calle de San Francisco), de pronto canta con voz de piquetera de La Matanza y dice: “Estoy hablando de la revolución / pero suena como un susurro / finalmente las mesas se están dando vuelta…”.

Alguna vez Cortazar hablaba de Argentina y decía: “Hace frío, estoy lejos, es de noche”, o algo así (no era así).

Podría decirlo yo ahora. ¿El frío será metáfora de soledad? ¿O haría frío realmente?

¿Nuestro frío, metáfora de qué fue? Las valijas llenas de polvo de tu habitación, ¿metáfora de qué son?

Me voy a dormir. A ver si contestas.

Mi venganza (gansa) es sutil (útil) y se cumple con precisión (escisión).

Si no es acá, en algún universo paralelo, donde estas mismas palabras se escriben en piedras rosetas para champoliones alienígenos.

El que no se escondió se embroma.

Xtian

Epílogo

Al día siguiente recibí el siguiente email:

—– Original Message —–
From: Adrian
To: Christian
Sent: Wednesday, July 10, 2002 12:03 PM
Subject: Re: Frío frío como el agua del río

Christian,

iba a eliminar tu mail sin leerlo, pero la verdad, es que una vez leído, fue interesante. Fuera de que ya no tengo interés en conocerte más, ni continuar esto, sólo quiero felicitarte por lo rico de tu email, increíble, por la riqueza de sus pensamientos, el estilo de escritura tan personal, por los contrastes. Humildemente, creo que debieras escribir y serías sumamente exitoso.

Tu escritura tiene un equilibrio entre lo bizarro, lo sutil, lo elevado, etc. Pensálo, quizás sea una veta para tenerla en cuenta.

¡Que tengas mucha suerte y que se cumplan todos tus sueños!

Adrián

This Post Has 8 Comments

  1. Susana

    HOLA CHRIS, ESTOY SEGURA QUE TE VA A PARECER,UNA BROMA PERO NO LO ES, ESTABA BUSCANDO EN EL GOOGLE CUANTAS NOTAS Y FOTOS HABIA DE MI Y ME ENCONTRÈ CON TU CARTA, TE QUIERO FELICITAR PORQUE ME PARECÈS UN HUMORISTA GENIAL, LÀSTIMA QUE FUÈ LO QUE TE PASÒ REALMENTE PERO YO SIEMPRE PIENSO QUE TODO VIENE ACOMPAÑADO DE ALGO BUENO, NO TENÈS QUE ENVIDIARLE NADA A GASALLA, ES MÀS SOS MEJOR, REALMENTE SOS MAGNÌFICO YO QUE ESTOY ACOSTUMBRADA A TRABAJAR CON HUMORISTAS Y TRABAJÈ CON EL MEJOR, TE DIGO QUE TENÈS MUCHO TALENTO Y ME GUSTARIA QUE ME ESCRIBIERAS, SI QUISIERAS TE PODRIAS DEDICAR A ESCRIBIR Y EN SERIO YO SOY LA PRIMERA EN AYUDARTE, ES UNA PENA QUE DESPERDICIES TANTO HUMOR DEL QUE YA NO HAY.
    ESPERO NOTICIAS TUYAS. SUSANA ROMERO.

  2. Marinita

    Humorista?

  3. CAROLINA

    hola cristian o chirstian, me encanto conocer tu historia lastima q termino de una manera medio rara, me parece q adrian ea de esos q les encanta boludear solo por el hecho de hacerlo y no por q realmente es lindo boludear de vez en cuado.
    te cuento q me encontre con tu historia cuando buscaba camaras web de merlo, queria ver algo de ese lindo lugar pero hasta hoy no puedo encontrar nada, ahi vive mi novio (exnovio) y queria recordar un poquito los momentos q pase con el, ahora yo estoy lejos xq mi mama me trajo a bolivia donde vive una tia de ella para separarme de el, y el ahora esta internado xq un tipo le dio un escopetaso en la pierna, esta internado en un hospital de merlo pero nose cual y va estar ahi por lomenos 4 meses y en ese lugar no hay telefono asi q estoy destruida ya q no lo podre llamar todo ese tiempo. segun creo vos vivis en merlo asi q me encantaria q me contestes asi me siento un poco mas cerca de todo lo q mas quiero.

    si le queres hacer u favor a una personita desesperada elegime a mi q no te vas a arrepentir.

    te mando un beso

    caro

  4. sandy

    chris, abocada a mi carrera de abogacìa, retaceando el tiempo y olvidando el placer de otro tipo de lectura que enriquece màs nuestra alma que nuestro intelecto; hoy, al leer tu carta, recordè autores como julia prilutzki farni, richard bach, stephen king, garcia marquez… què mezcla, no? una melange interesante como tu relato. realidad o fantasìa? què importa, lograste atraparnos…

  5. Nicolas

    Me inclino y te hago una reverencia Xtian…

    Me haces ponerme en tu lugar con tus palabras, me haces reir y me haces llorar. TALENTO!

    Ahora (entre nos…) este chico Adrián… QUE FLOR DE PELOTUDO! Mejor que no lo soportaste ni un segundo más!

    Un gran beso Chiquito!

  6. Pari

    Tuviste suerte que solo duró una noche! jaja yo alguna vez estuve un año con alguien parecido! jejeje sentite contento que el ‘señor estilo’ te dijo que eras talentoso y hasta te deseo buenaventuras! jajaja mas allá del desafiar a tu intuición hubo un mensaje de ‘salí corriendo ya!” antes que todo se desenlazara… la camara oculta de tinelli! jaja si ese fue el ultimo changüí divino, la ultima señal, pero vos osaste ser testarudo! jejeje

  7. juank

    No se cuales son las similitudes de tu relato con algo que me paso hace unos años. No soy bueno para contar historias, pero así va el cuento.
    Conocí a un chico de baires en miami. Yo chileno en miami de paseo. al mes me invita un finde a baires a su depto. acepto tomo avión vivía o vive en Posadas con Callao. fuimos a un bar en recoleta que es de puras cervezas, artesanales y te sirven enuna bandeja larga de madera como siete tipos de cervezas distintas para tomarlas en un orden de catarlas, maravilloso despues a un resto en palermo latitud número algo despues al depa, besos y amor,según yo. Me enamoré pensaba yo este tipo es increíble. Me llevó al Tom yme dijo : ” te gusta ese tipo para llevarlo al depto” quería estar en santiago ya y me quedadba todo el domingo.

  8. Luciano

    Aveces la vacuidad del levante ciberespacial pude ser peor que el personal… Si voy a la casa de alguien a conocerlo y me diece “aguantame que esta tinelli” le desempolvo las valijas fajandolo en lomo!

Leave a Reply