Ciegos, segunda parte

[segunda parte de la historia que comenzó acá]

– Hay algo que no me explicaste. ¿Para qué decís que sos ciego en el mensaje de presentación?
– Y, para que ya sepan de entrada.
– Pero podrías esperar a charlar y ver qué onda, en vez de presentarse de esa manera, ¿no?
– No, prefiero decirlo de una. Tuve varias malas experiencias…
– ¿Como qué? ¿Encontrarte y que te digan “sos ciego, no sos mi tipo”?
– No, siempre lo digo antes. Pero me pasó varias veces hablar horas y después quedar en encontrarme y que me digan que está todo bien y cuando me encuentro me dicen “disculpame, no me va”.
– Pero eso pasa siempre, creo, una cosa es estar cómodo charlando en un teléfono y otra es estar cómodo en persona. Aparte está el tema de que sos ciego. Yo que sé, a mí me ponen muy incómodo los pibes Down. No sé qué hacer cuando estoy con un pibe Down, me ponen nervioso, es como que no sé qué carajos se supone que tenés que hacer.
– Sí, eso lo entiendo. A mí también me pasa. Mirá, te voy a contar una anécdota. Hay un día de diciembre, no me acuerdo qué día, creo que el 3 de diciembre, que se celebra el día del discapacitado. Bueno, yo vivía en zona sur en ese momento y me tomé el tren y me bajé en Constitución. Estuve como 15 minutos esperando que alguien me ayude a cruzar la calle y nadie me daba bola…
– ¿Pero vos no pedís?
– Sí, pero en Constituación se hacen todos los boludos, como que están apurados. Te sigo contando. Al final un tipo me agarra para cruzarme. Le agarro el brazo y estaba super bajo. Le digo: ¿qué sos, enano? Y me dice: No flaco, estoy en silla de ruedas.
– Genial.
– Sí, ¿todo un símbolo, no? Pero ahí entendí un poco, porque caminamos un poco y era toda una conversación incómoda. Al final le dije: Disculpame flaco, la verdad no sé cómo tratarte. Me dijo: No pasa nada, flaco, no te preocupes.
– Y cuando te cruza la calle una mina, ¿no aprovechás para tocarle una teta, onda uh disculpame?
– No, pero me doy cuenta que a veces te tocan raro el brazo…
– ¿Cómo raro?
– Y, medio te apretan el antebrazo, o te tocan la mano, esas cosas…
– ¿Y vos qué hacés?
– Me hago el boludo la mayoría de las veces, pero a veces toco.
– ¿Cuánto hace que no cogés?
– Un par de días.
– Ah, te hacés el pelotudo, pero coger cogés. ¿Con quién?
– Con una ex.
– ¿Y por qué te peleaste?
– Cuántas preguntas, che…
– Soy curioso. Hoy te toca responder todo a vos, otro día preguntás vos. Aparte no jodas, que te encanta hablar.
– Sí, es cierto, me la paso hablando. Es más, todas las minas me quieren de amiguito. Me rompe un poco las bolas eso, que todas las minas me agarren de amigo y me quieran contar su vida, tengo ganas de decirlo, ¿bueno, pero cuándo cogemos?
– A mí me pasa lo mismo. Todas las minas quieren contarme la historia de sus vidas…
– Sí, pero vos sos puto… ¿para qué estas sino? ¿Tenés amigas que estén buenas? Seguro el puto tiene amigas que están buenas…
– ¿Pero de qué edad buscás?
– 21, 22, por ahí. Siempre salí con minas más grandes que yo, ahora quiero alguna que sea más chica.
– Bue, tampoco tantas pretensiones. ¿Por qué te peleaste con tu novia?
– Porque hizo algo que no tolero.
– ¿Qué cosa? ¿Era vidente ella? Suena como el culo eso de vidente, parece que estoy preguntando si veía el futuro.
– Igual te entendí. No quiero contarte por qué me peleé, es privado, pero te cuento otra cosa. De pendejo yo andaba siempre con un pibe, que era mi mejor amigo. El veía. Un día voy al kiosco del barrio y el kiosquero me empieza a preguntar: che, ¿qué pensás de Miguelito? Miguelito se llamaba mi amigo. Yo decía: es mi amigo, es macanudo, yo que sé. Y el kiosquero insistía: dale, pero decime en serio, no te parece un poco mentiroso, y cosas así. Ahí me di cuenta que Miguelito estaba ahí. Y dije: Miguelito, dale boludo, ya sé que estás ahí. Al final habló, estaba ahí. Dejamos de ser amigos, me pidió perdón mil veces, pero esas cosas no las tolero.
– O sea que tu novia se aprovechó de que eras ciego para sacar ventaja y la mandaste a cagar.
– Sí, tal cual. Yo puedo perdonar muchas cosas, pero eso no.
– Pero seguís cogiendo.
– Sí, porque el sexo es bárbaro.
– ¿Y salís más con minas que ven o con minas que no ven?
– Me da lo mismo. Mitad y mitad, creo.
– Capaz es más fácil salir con alguien que no ve, bah, no sé, digo.
– Para mí es lo mismo, porque yo soy muy independiente. Pero sí, lo que pasa a veces es que un tipo sale con una mina que ve… y se hace totalmente dependiente… Mirá, tengo un amigo que sale hace mucho con una mina que ve, y el tipo es un desorganizado…
– ¿Qué tiene que ver eso?
– Lo que pasa es que si sos ciego y sos desorganizado dependés de los demás siempre… No sabés dónde dejaste las cosas, no sabés la guita que tenés, nada…
– No entendí lo de la guita…
– Mirá: yo vivo solo hace un par de años.
– ¿Es común eso?
– Hm, no, no es común. De todos los ciegos que yo conozco yo soy uno de los pocos que vive solo…
– Entonces… explicame el tema de la guita.
– Yo voy al banco y saco guita de ventanilla y le pido a la persona que me atiende que me separe los billetes. Y tengo todo un sistema para reconocer la plata…
– Pará, ¿no tienen unas marquitas los billetes, que son para que los ciegos reconozcan los distintos billetes?
– No sirven para nada las marquitas, yo no las puedo leer. La mayoría de la gente que conozco no las puede usar.
– Mirá vos.
– Entonces me dan la guita y yo la doblo de manera especial y la guardo en determinado bolsillo y tengo todo organizado así, y de esa manera siempre sé cuánta plata tengo. Y cuando voy a comprar, siempre voy a algún kiosquero amigo, y si me dan la guita toda junta, les pido que me la separen.
– Qué quilombo, cuánto laburo…
– Y con este pibe que te decía, el otro día fui a la casa y me dijo andá a comprar una coca y me dio un billete. Me dijo que me daba 5, pero cuando llegué al kiosco resulta que me había dado 2. No dije nada, pagué yo, pero está claro que ese pibe no puede dejar de salir con la novia porque no tiene vida.
– Entendí. ¿Y no te dan ataques como de paranoia o de miedo, al vivir solo y todo eso?
– Ahora un poco sí. No salgo solo cuando se hace de noche… Lo que pasa es que me asaltaron. Eran 4 o 5 pibes. Me sacaron la guita y la campera. No me asustó por el asalto, sino por no saber con qué te estás apuntando, si con un cuchillo, o un arma o qué. Eso es desesperante. Esperame un toque que voy a mear.

Se escucha la radio de fondo. Una canción. Suave. Después el chorro sólido de pis, el botón, los pasos hacia el teléfono.

– ¿Meás sentado?
– No.
– Ah, qué raro. Yo meaba sentado de chico. Típico de chico que se cría con dos hermanas mayores.
– ¿Y te cocinás y eso?
– Sí, no soy el gran gourmet, pero me cocino.
– Y me imagino que te habrás comido cada porquería… el churrasco crudo. Los fideos pasados…
– No, no creas. Se me queman algunas cosas, pero boludo no soy…
– Che, ¿y en esta línea levantaste algo?
– No, hoy es la primera vez que entro. Pero en la internet sí.
– Contame.
– No te toques, loca, eh…
– Prometo…
– No, yo que sé. Conocí una mina en un chat.
– ¿Pero cómo hacés para chatear?
– Tengo un programa que te lee en voz alta. Escuchá.

En el auricular se escucha una voz robótica que habla a toda velocidad. Solo llego a captar algunas palabras.

– No se entiende nada…
– Lo pongo a velocidad rápida porque sino estoy tres años. Crear… nuevo… correo… electrónico. Ya me acostumbré y lo pongo bien rápido.
– Bárbaro, contame del levante.
– Ah, sí. Chateamos por messenger con la mina y después por teléfono. Varios días. Yo ya me estaba pudriendo y le decía, dale, veámonos, voy para tu casa. Y la mina: no, todavía no, me encantás pero todavía no… Hasta que un sábado eran como las dos de la mañana y habíamos hablado como dos horas y le dije me tomo un taxi y voy para allá. Bueno, fui a la casa. Charlamos. Yo quería transármela y la mina daba mil vueltas. Hasta que medio se quedó dormida ahí en el sillón conmigo. Medio encima mío. Y la toqué un poco.
– ¿Dónde la tocaste?
– Las tetas… bueno, la toqué toda…
– ¿Y no se despertó?
– No… bah, se despertó como media hora después. Yo estaba al palo mal, todo pegoteado y le decía, dale, vamos a coger pero la mina no quiso…
– ¿Y no pasó nada más?
– No. Al otro día le dije que la cortáramos… No me gusta que me dejen así de caliente…
– Igual te aclaro que a la mina le encantó que la manosearas toda cuando estaba dormida…
– ¿En serio me decís?
– Y sí, ¿sos boludo o te hacés? La calentura de la mina era hacerse la dormida y que vos la manosees toda. Mirá si la mina se va a quedar dormida al lado de alguien que ve por primera vez… La mina se sintió segura invitándote porque sos ciego, te dejó entrar a las 2 de la mañana en su casa y se calentó haciéndose manosear media hora. Es obvio.
– Tenés razón…
– Ya de tan buenito te pasás vos…
– Che, y más allá de las minas… ¿qué te gusta hacer? ¿Leés?
– No, soy un desastre… Soy muy lerdo para el braille. Es una cagada, porque de chico, como veía, me mandaron a una escuela normal. Entonces no aprendí bien braille. Ahora me arrepiento, porque soy pésimo.
– Pero capaz que aprendiste otras cosas…
– ¿A qué te referís?
– Yo que sé, sonás muy adulto. Vivís solo, sos muy independiente. Sos buenito, se te escucha muy social, muy adaptado, buena onda.
– Nunca lo había pensado así, pero puede ser… Igual no siempre fui tan tranquilo. Mi viejo se murió cuando tenía 13 años y ahí me encerré y no quería salir de mi cuarto. Me pasé 3 años escuchando radio. Soy un fanático de la radio. Es mi pasión.
– Mirá vos.
– Sí, tengo un programa de radio por internet.
– Mirá qué bueno.
– ¿Y vos qué hacés?
– Laburo en computación y doy un taller literario con una periodista de Página 12 que se llama Sandra Russo.
– No la conozco. Qué bueno, che. ¿Y estás todo el día con la computadora?
– Más o menos. También tengo un weblog. ¿Sabés lo que es un weblog?
– Sí, claro que sé. La radio tiene un weblog también. ¿Cómo se llama el tuyo?
– Puto y aparte.
– Ja, qué buen nombre. ¿Y qué escribís?
– Cosas biográficas. Por ejemplo esta charla.
– Ni se te ocurra…
– Ya otra vez me metí en esta línea haciéndome el travesti y charlé con 4 pibes de zona sur. Y después lo publiqué. Así que revisalo porque te vas a hacer famoso.
– No che… no jodas.
– Igual no te preocupes, te cambio el nombre.
– Ah bueno, si me cambiás el nombre todo bien…
– No te preocupes. Che, se hizo super tarde y yo mañana laburo…
– Yo estoy de vacaciones, por eso estoy pelotudeando a full.
– Te doy mi email por si me querés escribir. Mandame la dirección del programa de radio en internet así lo escucho, ¿dale?
– Bancá que lo anoto en la computadora.

Le paso el email y la dirección de mi weblog. Me pide que le pase la página de la charla con los 4 pibes en la hotline. Se la doy. Escucho la voz robótica leyendo a toda velocidad las barbaridades que escribí. Nos reímos. Me interrumpe en seco.

– Uhhh, escuchá este tema que están pasando por la radio. Esperá que subo el volumen.

Se escuchan los pasos que se alejan, el volumen que sube, los primeros versos de una bossa nova:

… es la noche, es la muerte, es un lazo, un anzuelo …

Los pasos vuelven hasta el teléfono.

– Shhh, escuchá…

This Post Has 15 Comments

  1. Ignacio

    Muy buena… muy, muy buena.

    Che me re enganche con tu blog, la puta madre, caí aca de pedo y me re enganche xD

    Un saludo, ojala actualizaras más periodicamente.

  2. Juan Sin Tierra

    Xtia, Xtian, Xtian. Eres definitivamente adictivo. Ya no sólo dan ganas de conocerte a ti, sino que además a tus personajes. El Ciego resulta ser una persona entrañable, que uno quisiera tener como amigo.

  3. Marcelo

    Que buena onda el tipo. Nunca hablé así con un ciego. Interesante.
    salute.

    Marxe

    (fijate en “O sea que tu novio se aprovechó”)

  4. Maruja

    Está buenísimo Xtian. Alguien por ahí dijo que la lectura de tus textos es adictiva, estoy de acuerdo, da ganas de más y más.

    Cariños
    Maruja

  5. Alicia R

    Tu capacidad para hacer hablar a cualquiera es alucinante 🙂 Muy bueno el relato. Un beso.

  6. Joseeé

    Tiene lo mejorcito del descubrimiento del mundo no vidente que trabajó Sábato, condimentado con pinceladas irreverentes de puerta de baño de terminal, corriendo sobre plataforma de diálogo telefónico, cosa difícil de lograr.

    Definitivamente es un historión.

    Muy buena la segunda parte, esperamos más.

    José.

  7. Santxo

    No se puede agregar mucho… impecable.

  8. seb

    grande xtian.
    al principio pensé que era un ciego que conocía, por como se caga de la risa de si mismo, pero no, este que conozco no vive solo, pero tiene el mismo sentido del humor.
    quizás sea una condición de la ceguera, no?

  9. ALEJANDRO

    ESTABA RE AL PEDO BOLUDEANDO Y KAI EN ESTE BLOG Y BUENO ME RE ENGANCHE, NUY BUENO CHE LA VERDAD TE FELISITO MUY BUEN TRABAJO LA RE HISTORIA BUENO SALUDOS MAN

  10. Paula

    hola! jaja! lei asi al pasar.. mi novio es ciego…y como ke me intersó un poko… pero loko, para mi es como cualkier persona ke ve…
    besos!

    Paula

  11. ceci

    Simplemente maravilloso. Como muchos, llegue a este blog de pura casualidad, y con la sola compañia de la curiosidad. Muy lindo lo que escribis y compartis, dan ganas de seguir leyendo, y eso que leer por este medio no es tarea facil, o por lo menos para mi..Desde mi anonimato te “felicito” y saludo por tus lindas palabras.
    Si Gonzo existe, decirle nomas que me gusto conocer algo de su historia.

  12. wandiz

    asi como esa tal paula mi novio tambien es ciego y nes un sol de persona cai en este lugar porque me intereso por eso mismo
    me parece que muchas veces los jusgan mal para mi es una persona como todos
    MATI TE AMOO

  13. Pablo Dallas Texas

    Wooow, ya son las doce de la noche y manana tengo que levantarme temprano para ir a trabajar, pero quiero seguir leyendo, hmm no se que hacer, creo que voy a seguir leyendo….. me encantaron tus historias.
    Un abrazo.

Leave a Reply