Entre los árboles

Volver a escribir, volver a los palotes, pienso, acostado boca arriba en la cama. Estoy a punto de cumplir 37 años. Hoy, 16 de octubre, nacieron Oscar Wilde y Angela Lansbury. Basta, mejor salir de la cama, asumir este insomnio de las 5 am.

Volver a los palotes, es decir, a hacer chorizos de plastilina, al preescolar. La maravilla de armar chorizos de plastilina y después apoyar el pulgar y aplastar la plastilina y descubrir las curvas espiraladas de las propias huellas dactilares.

¿Pero cuál es el equivalente literario de armar chorizos de plastilina? Un diario, un blog hecho y derecho. Así.

Dormí 5 horas, después otras 4 y me desperté con dolor de cabeza. No pude volver a dormir. Leí un poco más de Ask the dust, de John Fante. Fante iba demasiado rápido así que me agarré el Dubliners de Joyce. Leí la primera historia. Lo que más me gustó fue que dice algo así: “Me alcanzaron una galletita para que coma, pero no quise comerla porque iba a hacer ruido”. El personaje estaba en un velorio.

Salí a la calle a comer, ya había anochecido. Feriado y casi nada abierto, pero sí, por suerte el lugar de siempre, frente a la plaza y frente a la iglesia iluminada en la oscuridad. Había dos minas hablando en inglés en la otra mesa. No me gustó nada de lo que había en el menú, así que pedí algo con hongos salvajes, porque necesitaba algo salvaje o porque estaba frente a una iglesia iluminada.

Saqué los textos del taller del miércoles de la mochila y me puse a marcarlos con una birome verde. En el texto de M. hay una muerte y después unos papeles amarillentos en una caja y después un árbol y después muchos árboles y después una columna de humo subiendo entre los árboles. Miro la plaza: el tobogán, las hamacas, en la oscuridad, entre los árboles.

***

Ayer me senté a escribir para acordarme de la primera vez que chupé una pija. Pero primero tenía que hablar (no sé por qué) de la fábrica de azufre de enfrente de mi casa de Merlo. Y me acordé del eucaliptus de la esquina de mi casa de Merlo. Y me quedé ahí parado, chiquito, mirando el eucaliptus.

“Los que nacieron y crecieron a la sombra de un árbol alto lo saben: el sonido del viento entre las hojas es el pentagrama sobre el que se escriben todos los recuerdos. El vaivén del árbol en el viento, con las raíces agarrotadas en la tierra. Un árbol es como un metrónomo que se niega a negociar su velocidad vegetal con nosotros. Por eso lo derribaron y construyeron ahí un edificio de departamentos, lleno de corazoncitos que laten a 100 pulsaciones por minuto.”

¿Cursi o verdadero? Saqué ese párrafo y lo puse en otro lado, para que no molestara y poder llegar a la primera chupada de pija, pero no me salió nada más y me volví a la cama.

This Post Has 10 Comments

  1. Alicia R.

    Reconozco que sabés mantener la intriga del lector 🙂 Un beso.

  2. Joseeé

    Un tobogán. No. Mejor un subibaja.

    Abrazo.

    José.

  3. Marcelo

    me encanta la parte del arbol frondoso… son lindos esos árboles… lástima que por beneficio de otros los talen, sin pensar en los valores y tesoros que uno encierra en ellos… como siempre impecable… un abrazo

  4. Luckitas

    Yo me crie bajo arboles… y se
    siente lo mismo q vos sentias…
    antes vivia en un pueblo… con
    monte asi q imaginate… ahora q
    vivo en una ciudad no hay tantos
    arboles… pero los arboles
    siempre estubieron presentes en mi
    vida… x ejemplo mi primer peteo
    fue bajo los arboles del monte de
    mi pueblo… un lindo recuerdo q
    tendria q postear alguna ves…

  5. Madmaxi

    A decir verdad, para mí lo mejor fue cuando te acordaste de la primera pija que te chupaste. Esos son lindos recuerdos! Saludos!

  6. Translator

    Yo también me crié en el suburbio y mirando, acostado, las copas de los árboles inmensos. Al fondo de mi casa había una casona lúgubre, llena de cipreses, siempre cerrada y bajo oscuridad permanente, de la cual se oía cada tanto el grito de un enfermo mental. Cosas de esas épocas de casi nula televisión. El terror estaba a la vuelta de la esquina. Yo también, escondido entre la densa vegetación que había en el suburbio, le chupé la pija a mis 2 amiguitos, que hasta ese día decían ser heteros. Nostalgias, como el tango…

  7. Javier

    Gracias por el viaje placentero en el mundo de los recuerdos y las ideas… gracias por compartir/te… simplemente eso, tan abarcativo como eso… “gracias”…

  8. dante

    ¿Por que los gays nunca pueden lograr parejas durables, me podes decir? ¿y por que siempre tienen que recostarse en “mujeres maravillosas” -como en el caso de vos con Sandra Russo- y no en hombres maravillosos, como deberia ser?
    Te pregunto esto porque lo noto en muchos gays famosos -Julio Bocca siempre baila con minas y Roberto Piazza siempre les hace vestidos de bodas a las minas- y tambien en los otros. ¿La mina es el horizonte del gay? Vos que sos inteligente: ¿el polvo con un tipo siempre tiene que recordarse cinicamente y con falta de angel?
    Tu blog es muy luminoso. Un saludo con gran afecto.

  9. Hi

    Estimado señor:

    Mmm en lo personal -y aunque suene muy absurdo- yo no podría sentirme bien, si no pudiera sentir la fragancia de los Árboles del Paraíso. Son mi propio reloj, ellos determinan el comienzo de mi parte favorita del año y el advenimiento de las golondrinas. Puej… hoy me puse melosa.
    Mi primera chupada de pija… pues fue patética. Pero con el tiempo todo se aprende y se dejan los dientes a un lado y las garras a un costado.

  10. rubén

    “Recuerdo aquellos altos abetos negros cuyas delgadas puntas, creía yo, tocaban el cielo. Era una infantil ignorancia. Sin embargo, cuán poco placer me reporta ahora el saber que estoy mucho más lejos del cielo que cuando era niño”. Tu frase del “metrónomo que se niega a negociar su velocidad con nosotros” me recordó esta cita de Thomas Hood.

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