A cara lavada

[9 de Mayo de 2002, San Francisco, USA, la ambigüa interacción con mi compañero de vivienda en mis últimos días en San Francisco]

David, el pibe con el que vivo, puso un aviso en la web para buscar alguien que me reemplace. Las respuestas han sido numerosas, aunque no multitudinarias como lo fueron cuando me eligió a mí. Eso parece preocuparlo; San Francisco ya no es el imán de cazafortunas y chicos recién graduados del college que buscan hacerse millonarios en el Valle del Silicón. Para peor los alquileres no han bajado y ahora los $750 que cuesta mi habitación + baño suenan exhorbitantes.

David (sueco-americano, nacido en Minessota, gay, 30 y pico, graduado de Brown, administrativo part-time, cultor del S&M y coleccionista de muñecos transformers) toma medicamentos antidepresivos periódicamente. Ayer estaba exhausto luego de conducir varias entrevistas con freaks de toda calaña: charla con todos al menos media hora, ya que su cortesía californiana y su corrección política le impiden la poda instantánea que ejecutaría yo si estuviera en su lugar, basado en criterios tajantes como vestuario, higiene personal, volumen de cabellera o cantidad máxima de piercings en el mismo órgano.

Lo cruzo en la cocina, mientras unta un pan con tuna salad y la conversación surge espontánea.

DAVID: Estoy malcriado, encontrarte a vos fue sencillo, enseguida supe que serías un buen roommate. Esta vez entrevisté ya a 17 personas y ninguna me convence. Creo que el que más me simpatiza es el budista que quiere explorar el sadomasoquismo, pero tengo que averiguar si es depresivo.
YO: Sí, definitivamente no te conviene vivir con alguien depresivo.

Mi cara lavadísima de expresion.

DAVID (sonriendo burlonamente): Sí, conmigo ya alcanza y sobra…
YO: Sí, vos y el gato, que también está deprimido.

David me mira como buscando la complicidad en la broma, pero sabe que no es broma.

Mi cara lavadísima de expresion.

YO: Sí, y algunas de las plantas.

David me mira como buscando la complicidad de la broma.

Mi cara lavadísima de expresion.

Agarro mi compoterita con queso cottage y me alejo hacia mi habitación.

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