Guatepeor

[26 de Abril de 2002, San Francisco, USA]

Lo veo al guatemalteco casi todos los días en el gym. Casi no hablamos, cruzamos un hola cuando nos llevamos por delante en nuestro recorrido en busca de las mancuernas.

Ayer, luego de 20 minutos de bicicleta enfilé al vestuario a lavarme la cara. De pronto, en plena ablución, me doy cuenta de que lo tengo al guatemalteco al lado. Me pregunta, amistoso: “¿Cómo va la búsqueda de trabajo, las entrevistas?”. Yo: “Para el culo”.

Veo la cara en el espejo, atónita. Mi respuesta tajante, violenta pero exacta: un hecho más de la vida que hay que enumerar. Pero en California, donde ser negativo es el peor pecado que uno pueda cometer, el “para el culo” suena como una bomba.

Me empapo la cara, y la cara del guatemalteco sigue ahí arrasada por los efectos de la detonación. Le pregunto: “¿Y cómo va lo tuyo? ¿Trabajo, departamento?”. Él: “Está un poco lento, sigo buscando, pero soy positivo, seguro que algo va a surgir”. Yo lo miro un segundo en el espejo y apreto el botón rojo otra vez: “Ajah… para el culo también”.

Y me voy. Un segundo más de su cara en el espejo preguntándose donde estacione el plato volador.

Me pongo a hacer cinta a velocidad olímpica. Al minuto apreto a los manotazos el botón de STOP.

El ataque de risa me había dejado sin respiración.

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