Despierto

Trepamos la colina en cuatro patas, yo mirando las zapatillas de lona de Mabel, sucias, mordidas en el costado por el asfalto y Doug más arriba, clavando los dedos de las manos en la tierra, aunque no era necesario, impulsándose en las pantorrillas que se le hinchaban como bombitas de luz. En la cima miramos y vimos la cinta de la ruta, el enchastre de los árboles en el horizonte, las nubes y su brushing. Nos sentamos = apoyamos el culo tibio en el pasto fresco, mientras el sol bajaba como un monito por una liana y Doug quiso dormir la siesta. Se plegó en falsa escuadra, se metió en el regazo de Mabel y ronroneaba.

Era una canción de atrás, de mucho atrás, como un fleco pegajoso o una guirnalda descolorida que volvés a resuscitar del cajón después de todos los mismos cumpleaños. Era un tema sobre la vida misma, con intenciones de decir algo que se le enredaba en el estribillo: Carly Simon. Mabel sacó los Guaymallén, me dictaminó el de fruta sin preguntar, se metió el dulce de leche en la boca, ensobrado en las dos láminas de pan y esperamos. El sol atrás también, porque todo estaba retrocediendo, volviéndose una copia mimeografiada de sí mismo, como tocando un timbre con alevosía mormona, un ring raje de rubios prometiendo un mañana y cruzando el planeta en bicicletas prolijitas.

Doug durmiendo se parecía a Doug solamente durmiendo, en el camping, contra el banco de azulejos de todas las estaciones de servicio de la Patagonia, en el pasto, flotando en una pileta. Doug soñaba otra vez con entrar a una ciudad cuando empieza la nochecita, con viento contra la cara espolvoreado en polvo, como polvo de hornear para que todo leve pero hasta ahí, que no desborde, porque esa era la intención: hornear la vida y asomarse a la ventanita del horno, pulsar el botoncito de la luz y ver si ya estaba, esponjosa, y meter el cuchillo, hundirlo para matarvivir y sacarlo limpito, al trasluz. El vino no era una buena idea pero estaba ahí, tomamos del pico, para sentir ese gozo de empinar el brazo y que los ojos se desenfoquen contra el cielo y te venga un flash de ácido de abajo y adentro, del estómago que critica la razón pura de la masa, la mermelada de fruta y las uvas. Todas esas digestiones, todo ese sedimento.

Después Mabel se recostó también, armó un bollito con el buzo y se recostó. Le dije que no me dejara solo = le pedí ayuda = energía = masa por velocidad de la luz al cuadrado. Mabel igual avanzó contra el sueño, corcoveando. Yo me fui para adelante y pensé en todas las veces siguientes que dormiríamos sólo para sentir el despertar aturdido, movidos, adelantados como cintas de casete con la birome, estirados, gangosos. En una casa quinta, bolsas de dormir, las pelusas adentro de los cilindros de luz que entran por los agujeros del techo, los vasitos de plástico con las gaseosas, los Guaymallén, los papeles, las biromes, los abrazos de anoche un poco abroquelados, escanciados, mojados todavía por el sudor de los pliegues de los brazos y los pechos hundidos, la mano abandonaba sobre el vientre, como una piedra arriba de un libro.

La botellita de agua mineral agarro sin moverme, me mojo los ojos, todavía vallado por el cuerpo de Mabel y Doug, en secuencia, como vagones, como un tren que desbarrancó y quedó así, fósil pero iluminado por la sangre desde adentro. El pico de la botella que me pega contra los dientes otra vez allá arriba, un camión que pasa surfeando su propia ola de sonido, un vector. Arriba de ese vector = flecha dibujada sobre papel cuadriculado viajamos hasta la costa, para canjear el polvo de las colinas, la tensión de las pantorillas por los arbustos tartamudos de la playa rocosa, las agua vivas auspiciadas por Royal y las tardes en el apocalipsis de la avenida central desierta, la heladería y los videojuegos. Doug salta mogo contra el flipper, empuja y tuerce, y la bolita metálica putea plinc boink recontra choink, jackpot y olvido. Mabel mira desde atrás de todos los vidrios o se refleja, eso es lo que le interesa, las luces son como acné, bloquean, denuncian. Se va al baño y no vuelve y ya hay que irse porque se despiertan los camioneros al costado de la ruta y no hay después de dónde colgarse. El espejo limpio del baño, el viento caliente del secamanos, armar bollitos de papel y embocarlos de lejos en el cesto: todo eso quiere y tiene, sola.

Yo aprovecho para comprarme un desodorante, un olor nuevo, aerosol, con dibujitos violetas, que promete seguridad, frescura, que no te abandona. Yo le creo. Después, en otro pueblo, entramos. Hay una feria y guirnaldas de luces descoloridas colgadas de la calle principal, con su heladería pero sin flippers. Todo como lamido por la felicidad de las mascotas y las familias, las galletas, el pochoclo y la calesita = caballos, vacas, cisnes huecos que giran atónitos alrededor de la música. Pasar a través me deja otra vez cansado, pero ese cansancio = premio. Tengo monedas en el bolsillo del pantalón que tintinean, Doug dice que todo es amazing and la putau que valeu la penau estar vivou. Mabel me toma del brazo y también a Doug, y hace Dorotea del Mago de Oz, clic de zapatito mágico, brillantina sobre la hoja canson. Yo me pongo desodorante y me olvido, me esfumo desde los sobacos para afuera, y enseguida caigo otra vez. Dan ganas de abrochar papeles, o de meter cubiertos en un cajón, de tachar, de ordenar las fibras en la cartuchera, de los colores cálidos a los fríos. Dan ganas de todo eso, no para hacer dique, sino para que quede marca = aduana de conteo pero siga, luz verde, que tenga buen viaje.

Vuelve del estómago el vino y el guaymallén, pero no da asco, sino como una ternura gástrica, un dividendo, una sombra chinesca que es un lobo pero seguro también caperucita roja. Ahora queremos llanura y alambrados, que son como renglones o panes del sánguche entre las fetas de pasto. Ahí hay otras cosas, un país distinto que se puede pisotear, porque la tierra está removida, y abajo está todo ese playmobil de lombrices y hormigas, como puntos y guiones del morse de lo que yo quisiera decir. Me duermo otra vez, ahora en el galpón = canje por cortar el pasto y lavar la pileta. Mabel adelante, su rutina de acomodarse en S, su espalda, mi mano en su panza fría, Doug atrás mío, cerrando paréntesis, su mano en mi panza fría, ese ronroneo otra vez, dormite fucking damnit, dice Mabel. Soy una empanada de carne tibia, abrigado por toda la especie, me duermo pero de mentira, y me despierto infinitas veces, para despejar los ojos, y después seguir quieto, pero no esperando, despierto, pero no esperando.

This Post Has 13 Comments

  1. cosmo

    Si la literatura pop ha de existir será sentimental o no será nada, y tendrá mucha compasión, y estará bañada por un glaseado tierno, irónico a la vez.

  2. Lucas

    Me Encanta. Continua…
    Comparto Tu Idea Cosmo.

  3. Matías

    Qué viaje que me hiciste pegar, y sin tomar nada!
    Saludos,

  4. Franco

    Yo diría que el texto es psicodélico. La sucesión de imágenes es tan vertiginosa que en un momento me parecía estar viendo la tapa de St Pepper y el disco sonando a lo lejos.

  5. Xtian

    ¡Es el efecto lisérgico del Guaymallén de fruta!

  6. cote

    maravilloso

  7. cosmo

    formalismo+oso= ?

  8. untipoexpertoencosas

    Bueno que más puedo agregar, la verdad que hace poco empecé que encontré este sitio, y ahora no puedo parar para ver si hay algo nuevo. Desde algun lugar,mi admiración y felicitaciones

  9. cosmo

    Formosa… te dejaste guiar por el facilismo, y perdiste el cd de Annie Lennox.
    Corregí o escribí algo nuevo.

  10. Andres

    ya ni me acurdo como llegue .. lei varias historia…. y me re colgue .. no se pero tus palabras tiene algo llamativo ,, jajaja no me suele pasar ,, me hiciste trabajar un rato la inmaginacion ,,, ,, nah un saludos y espera otra historia

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