Signo de pregunta

Avanzo hacia atrás. Hacia atrás del boliche. Apuro (ese es el verbo) el speed con vodka, hacia atrás de la garganta, la espalda, el cóccix, que ahora ya es más que un huesito, un eje de coordenadas. Avanzo, decía, hacia la parte de atrás del boliche, por el costado de la pista, y justo ahí hay como un pozo de luces, como si el espacio se combara pero no, son sólo los haces de luz que te cortan la luz y no ves nada, pero es un flicking y ya está y una mirada se estira como un chicle estirado y pisoteado, de un chico (así) y yo también giro en dirección contraria, un ritual de apareo de radiotelescopios o mejor dicho, de antenas de DirectTV, grises, aturdidas, colgando de las terrazas más allá de las sogas con la ropa colgada, y aunque mis pies avanzan un poco yo me estiro para atrás, Martha Graham style y la mano va, como María va, y le toca así un poco la panza, o mejor dicho el tacto de la tela, tibio, seco. Me sonríe y yo también y no me freno y sigo avanzando, porque hay que prestar atención y no pisar a nadie y adivinar si en el vaivén de Alejandro, Ale Alejandro van a ir todos para allá o para acá y perdón, disculpame, que susurro contra un oído o un omóplato, mientras poso mi mano en la parte baja de la espalda, centros de coordenadas y sigo. Atrás encuentro a mis amigos y me configuro y bailo, contra el espejo, girando y contragirando para barrer el horizonte.

Más tarde el segundo o el tercer speed con vodka me obliga a caminar más lento, en el espacio que se combó y se llenó de bolsillos y dobladillos de posibilidad. Subo al primer piso, donde se fuma y sigo al segundo piso, donde se fuma y la gente se manosea, chupa o, a veces, raras veces, coge. Acomodo los ojos a los bultos, que parecen vibrar apenas, como si el lugar fuera un tren moviéndose flujo hacia destino. Contra la esquina, contra el borde, casi asomado a las luces de abajo, veo al chico de la sonrisa y la panza tibia y seca. Está con otros dos. Me apoyo contra una banqueta y me quedo ahí, entornado, bisagra. Uno parece ser el amigo y el otro un borrachito que el amigo se quiere transar. El amigo y el borrachito son feos, aunque en la oscuridad veo poco. Se me acerca un petiso, de cara redonda y me dice yo a vos te conozco. La cara es simpática, fácil pero yo no tengo ganas de preguntar de dónde. ¿Del chat? ¿Del blog? Del chat: yo soy Tomasito, me dice. Y Tomasito hacía mucho que no salía, porque estaba en pareja pero ahora trabaja por acá, etc. Al costado el chico lindo de la panza tibia y seca se deja tocar por su amigo y por el otro. En realidad los otros dos quieren transar, pero usan al chico lindo como protocolo de intercambio, como vidrios de colores. Yo me dejo tocar un poco por Tomasito, por pura mímica de los otros tres, porque parece que acá, en la oscuridad, hay que ronronear más que hablar y hay que frotarse apenas y pedir deseos. Pero sólo me toca el brazo, o la panza, y nada más, y yo estoy dejando claro, con el gesto de subirme más a la banqueta, que no tengo ganas de transar. Este grupito, de nosotros dos, demasiado espigados en la histeria, sólo enfatiza el atractivo del otro grupo, del de tres, y así aparecen varios que dando vueltas, y a tientas, deciden quedarse y mirar. Quizás los invitan al grupo de 3 o quizás alguien se deja tocar o revolea un beso de lengua hacia las órbitas exteriores. O quizás se puede mirar, simplemente, como si la porno que cuelga allá arriba, demasiado arriba, en el televisor, estuviera coagulando acá abajo de una vez. Se me escapa una risita y le señalo con un gesto a Tomasito a los dos o tres que se quedaron duros como estatuas, y que en un gesto más simbólico que efectivo se meten las manos en los bolsillos o se acarician un poco las braguetas. No exageremos.

Y claro, es en ese momento que el chico lindo, que seguro también tiene una sonrisa colgando de la cara, se desprende de los otros dos. No me clava la mirada como para que lo siga pero yo digo voy al baño y voy atrás de él. Lo dejo ir un poco y después giro y me meto en el baño. Hay luz y espejo, y el chico es lindo, doble e iluminado. Le sonrío otra vez y me sonríe. Le digo: Vine a darte un beso. Suenan raras las palabras, con fraseo pop. I just called to say I love you. I just came here to kiss you, baby. El soundtrack pop dispara un gesto pop. Levanto la mano, lo agarro de la nuca y lo beso con la boca abierta. Me empuja la lengua él también. Me aparto y lo miro a los ojos. Y después digo: Ahora me voy, porque atrás mío hay otro que te viene a besar. Eso también suena pop: Since you’ve been gone I can do whatever I want, I can see whomever I choose (Ooooh, oooh, ooh, oh).

Digo eso no sé por qué, pero espero que el pibe me diga no te vayas. O que venga detrás mío en silencio. Pero no, doy unos pasos, giro, y atrás mío otro pibe entra y le mete la lengua en la boca. Bajo a la pista, bailo un rato, pido otro speed con vodka, meo como diez veces y luego subo otra vez. El pibe ahora está con el amigo, el tercero, borracho, parece que se fue. Me acerco y nos besamos otra vez, con más fuerza. Sos un tarado, le digo, ¿cómo te vas a transar a ese otro? Se ríe, me agarra la cara con las dos manos. Es un chiste, le digo. Un poco me calentó que te lo transaras. Vuelve la lengua y las manos y me busca el culo. Lo aparto y le levanto la camisa, para verle la panza. Lisita, digo, tibia, no tenés pelos. Tocar la panza es una manera de retroceder, de reboot de ternura. Él no me levanta la remera. Me apoya la pija, o el bulto, porque la pija no la distingo todavía, contra el muslo y me sigue besando. Me agarra la mano y se la mete en el pantalón. La pija no está donde la esperaba, está más abajo. Está al palo, pero apuntando para abajo. Le digo: No entiendo tu pija. Se ríe. Así, me dice, me agarra la mano y la empuja para abajo, más abajo. Ahí, me dice agarrándome firme la muñeca. Pero el gesto de énfasis no se condice con lo que toco. La pija está seca, también caliente (no sé por qué pienso “entalcada”). Y cuando sigo un poco más abajo finalmente entiendo. Es una pija gancho, el falo que vuelve a su primer amor: el falo.

Me dice que vayamos a su casa. ¿Dónde vivís?, le pregunto. En Nuñez. Es muy lejos y esta pija guinche no justifica el viaje con el sol en la cara y los porteros baldeando las veredas. ¿Vos? En Palermo, le digo. Se da cuenta que no lo estoy invitando. Me encantás, me dice, ¿qué querés hacer? Vamos al baño de abajo y me la chupás ahí, le digo. No tengo ganas de chuparle la pija, que con esa forma de gancho ya no me parece una pija sino un signo de pregunta. Vamos, nos metemos en un cubículo y me la chupa. La cara es más linda cuando chupa, con los ojos cerrados, yéndose un poco a otro lado, las pestañas arquedas un poco temblando, el olor a pis, caca, Lysoform, los ladrillos transparentes que nos separan del otro cubículo y donde somos ahora unas amebas de colores y nos multiplicamos. Pienso en todas las pijas del mundo, rectas o ganchudas, guiones o circulitos, como una escritura morse. O alineadas una junto a la otra como piezas de rompecabezas que van a caer una atrás de otra. Y después pienso: estoy trying too hard de hacerme el alucinado y el borracho, y esto ya es demasiado berreta. Lo agarro al pibe de los hombros y lo levanto. Le meto la lengua en la boca de nuevo. Y lo abrazo. Me quedo ahí en el abrazo. Me gusta eso, después de la pija, el abrazo largo, como de despedida en el andén, rumbo al exilio.

Me voy otra vez al segundo piso y me quedo mirando a la gente en la oscuridad un rato. Después llega un chico y lo veo de perfil, con las luces de la película porno parpadéandole en la cara. Me da ternura cómo está vestido, de elegante sport. Está serio, demasiado y eso mismo me da ganas. Qué lindo que sos, quiero darte un beso, digo. Gira, sonríe socarronamente y me dice: Ya tuviste lo que te corespondía para hoy. Me río. ¿Qué sos, la policía de la lengua? Si querés me voy a enjuagar la boca y vuelvo, le digo. Le busco la boca pero gira la cabeza, saca un cigarrillo y lo prende. Se queda ahí y se vuelve a reclinar contra la baranda. Lo abrazo de costado, el piqué de la chomba me raspa la parte interna del antebrazo cuando lo rodeo por atrás, tiene la espalda tibia y no se va. Si no te vas, te voy a seguir tocando, le digo. Vos te creés mil, me dice. ¿No me vas a dar un beso y tampoco te vas a ir?, le digo. No contesta, se sonríe y escupe humo. Bueno, entonces me voy yo, digo.

Bajo y pido agua mineral. Meo, mucho. Más agua y más meo y así llega la hora y prenden las luces. Salgo al exterior, a la otra luz, la del sol y la vereda. Busco una clase de literatura en el iPhone y me pongo los auriculares. Virginia Woolf, Al faro, esa parte que habla de la casa deshabitada y el aire que se mueve entre las habitaciones. Camino dos cuadras y cuando paso por el McDonalds me tropiezo, casi como en una publicidad de Impulse, con el chico serio elegante sport. En realidad no tropiezo pero si me lo cruzo justo cuando sale. Hago un “grrrrrrr” bien áspero y el pibe sale en dirección contraria a la que llevo yo, pero sonríe.

Sigo escuchando la clase y caminando. Diez cuadras después, cuando miro la vereda de enfrente, me doy cuenta de que el chico serio camina en la misma dirección que yo. Cualquiera, ¿me está siguiendo? Miro, le hago una seña, pero se hace el tarado. Sigo caminando una cuadra más y giro, y lo veo que está parado afuera del Burger, fumando un cigarrillo. Cruzo la calle. Vos basta de seguirme, le digo. Me mira, otra vez sonrisa socarrona. Bueno, ya que me seguiste hagamos algo, le digo. No sé vos, pero yo voy a desayunar, dice, y se mete en el Burger. No, no te voy a seguir, pienso y vuelvo a ponerme los auriculares. Esto no termina acá. ¿Hay algo que termine alguna vez?

This Post Has 13 Comments

  1. Alter

    La verdad, me encanta la forma de escribir que tenés….me gusta mucho. Pero encuentro que lo que contás carece tanto de interés que tus dones son desperdiciados. Simple opinión de lectora. Muchos besos!

  2. Federico Gauffin

    Todo lo contrario, me parece que el don de Christian en este texto es que le da profundidad a lo banal, su estilo para narrar es tan genial que engancha.

  3. Luis

    El “behind the scenes” garpa.

  4. Nicko

    Me alegro la ” inquietud” de anoche te hiciera salir…

  5. cosmo

    aca esta todo menos el behind the scene che.
    ojo con el campo semantico, digo, por lo de configurarse. ahora te pusiste analitigo Güitgensteniano?

    me configuro me configuro me configuro me configuro me configuro?

    nos hiciste reir

  6. TQleo

    Son buenos estos posts donde Xtian devela algo del kamasutra homo. A la gente comun creo que le inquieta no saber bien como se concreta la relación. ¡ Parece tan infraadesarrollada en comparacion el Kama hetero¡

  7. Mekans

    Me atrapaste hasta el último renglón. Voy a empezar a pasar más seguido.

  8. javier

    me senti identificado con vos , vamos al frente todo el tiempo voy a seguir leyendote UN ABRAZO

  9. Nilo

    Me encantó la historia.

  10. Guillermo Capece

    Sos un Escritor; me gustaria ir a tu Taller.
    Abrazo desde Palermo

  11. Javier

    Interesante tu manera de escribir….y jeje…es tal cual como siempre pensé que sos vos…

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