Treintaitrés

[18 de octubre de 2003, Piscataway, New Jersey, y el relato de cómo, cuándo y dónde comenzó todo esto]

Nací antes de lo previsto. Cuanto antes no lo sé, porque a mi mamá no le interesan esas contabilidades. Alguna vez escuché a mi papá decir que el número de la casa donde nací en Merlo fue elegido para que coincida con el día en que fui concebido (no fui concebido en esa casa, mis padres se mudaron allí poco tiempo después de mi concepción). 1370: 1 de marzo de 1970.

7 meses y pico despúes, el domingo 18 de octubre – día de la madre -, mi mamá fue internada de emergencia para realizarle una cesárea. Era un día de la madre como cualquier otro, y mi mamá se entretenía con las tareas del hogar, cuando empezó con pérdidas. Mi tío Aldo la subió a su Renault Gordini para llevarla a la clínica. Con el apuro, la agitación y los nervios, mi tío chocó el auto en la esquina de la clínica. El accidente no fue grave, el Gordini no era muy veloz, especialmente cargando una mujer a punto de parir. A las pocas horas (1 de la tarde) yo nacía a este mundo y el Gordini era remolcado al mecánico.

Pero las complicaciones no se acabaron en la emergencia o el accidente. Me rehusé a llorar al nacer. Tres enfermeras distintas me abofetearon el traste sin resultado. (Mi nacimiento y la primer noticia de mi gusto por los castigos corporales tienen así fechas idénticas). Hubo que llamar a una cuarta enfermera que logró el prodigio. Tardé alrededor de dos minutos en llorar.

Pasé los siguientes días en incubadoras y burbujas de plástico de distinto tipo, con problemas al ser expuesto a la luz natural y con los talones taladrados por hipodérmicas. En esos días el médico a cargo le dijo a mi papá que seguramente yo había sufrido algún tipo de lesión cerebral, que era imposible evaluar por el momento. Mi padre pidió precisiones. El médico le dijo que, debido al parto prematuro, a las complicaciones del nacimiento y a la falta de oxigenación del cerebro al nacer, había altísimas probabilidades de retraso o algún otro tipo de trastorno psicológico o psicofísico. Le recomendó someterme a análisis exhaustivos cuando cumpliera los seis años.

Acá estoy treintaitrés años después.

Los análisis nunca me los hice.

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