Spiedo

[16 de Diciembre de 2001, 11.25PM, 22nd St y Valencia St, San Francisco, California]

Te cuento que en 9 días viene Santa Claus o Papá Noel o como quieras llamarle y este año hice la listita. Quiero que abajo del arbolito haya un departamento y un trabajo. Como Papá Noel recompensa a los niños buenos, seguro que recibo ambos, con moñito rojo envueltos en papel brilloso. Hasta ahora el turro me ha tenido en suspenso.
Con el nuevo año regresa la dueña de casa (la lesbiana gallega que me alquila el depto) y tengo que volar a otras comarcas. Ya es la segunda volada en no sé cuántos – pero pocos – meses. Sí sé: si cuento los últimos 6 meses viví en 5 lugares distintos (el campus en Rutgers, la casa de mis viejos en Argentina, y ya en San Francisco: la casa de Martín y Andres en Glen Park, un cuchitril por 3 semanas en el Upper Mission, ahora este lugar en 22 y Valencia en The Mission). Y no creo que la lista se cierre acá. Lo que se dice un auténtico gitano. O como diría Fito Paez a rodar a rodar mi vida, aunque mis giros son sobre mi propio eje y la sensación es la de dorarme lentamente al spiedo.

Sigamos. Conseguir laburo se complicó más de lo que yo creía, pero el desenlace es inminente, para bien o para mal: tengo que conseguir algo pronto. Paso horas infinitas diseñando estrategias: le saco punta al currículum, leo libritos de dudosa utilidad (“Entrevistas de trabajo para tontos”), averiguo donde aparecen los mejores clasificados.

El lunes pasado tuve una entrevista que prometía, pero me desconcertó el desenlace: no me llamaron. Rarísimo porque me dio la impresión de que estaban muy interesados… volveré a llamar la semana que viene.
Esta semana pegué otro volantazo en la búsqueda. En vez de buscar cosas específicas para las que estoy preparado también mando el CV a lugares que no piden específicamente gente con mi perfil. Y lo digo en la carta de presentación: “no sé si soy la persona perfecta para este puesto, pero me encanta la idea de la compañía y me gustaría contribuir a su éxito aportando mi experiencia en blablabla”. Que no se te revuelva el estómago: encontrar laburo en yanquilandia es un gran ejercicio de acrobacia (o mejor dicho contorsionismo), un gran Cirque du Soleil. Tenés que ser enérgico, pero no hincha huevos, ser humilde, parco y a la vez sugerir recovecos donde duerme tu genialidad, prestar atención y aparecer más alla de todo, ser simpático y profesional a la vez. Explicáme ¿cómo se hace todo eso?
Buscar departamento es otra danza en la cuerda floja: la gente que te renta un cuarto no quiere vivir con Hannibal The Cannibal, así que te testean a full en las entrevistas cara a cara… de nuevo tenés que parecer un tipo vivaz, pero retraído, tenés que tener intereses diversos pero no ser hiperkinético, ser limpio pero no maniático, conversador pero respetuoso del silencio de los demás…

¿Qué más decir? Mis vidas transcurren en una secuencia que se copia a sí misma, yo sentado frente a la computadora escribiendo emails, buscando departamentos, buscando laburo, como, cago, duermo, cojo y me miro en el estriado espejo del ropero y me pregunto cómo carajos terminé acá.

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