En la playa (2): cuestión de tamaño

Estoy sentado en la playa y son las tres de la mañana. Los barquitos flotan en el mar oscuro, hay una especie de niebla oscura, y como siempre, pasan ráfagas sucesivas de olor a porro, a pis y a sal. Porro, pis, sal, porro, pis, sal. Estamos sentados en resposeras, somos tres, un argentino que dice que “para simplificar, digamos que me llamo Germán” y que “para simplificar, digamos que vivo en el culo del mundo” (es tucumano, pero no de San Miguel de Tucumán). Y un brasilerito, flaco, simpático, que dice todo bom cada vez que no entiende, o sea, todo el tiempo. Hay un balde con seis cervezas, que invitó el tucumano. Mis viejos son dos borrachos. Yo ya no tendría que estar acá, explica. Estuve una semana con una pareja amiga, los llevé de vuelta a Tucumán y cuando llegué mis viejos me dijeron “vamos” y los traje acá, manejando, casi sin dormir, ellos vinieron tomando todo el camino, y ahora llegaron y se fueron a dormir. Pero pagan todo ellos. Son borrachos, pero me pagan. (more…)

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En la playa (1): toda la onda

Voy al barcito a media cuadra de la playa a comer algo. El cartel anuncia “morfi y chupi” y las “mejores milanesas de Brasil”. Lo atiende un marimonio uruguayo, ella, de unos 50 y pico, siempre en bikini, una onda Patti Smith, él me dice “flaco”, y tiene un aire a Calabró. Los dos parecen ex hippies, y venden tartas caseras, altas, con mucha sal, ricas. Se escucha por los parlantes música rockera, pero siempre en versión reggae. Por ejemplo, Patti Smith, reggae. El lugar está empapelado con selfies de clientes comiendo sánguches enormes, y felices, sorprendidos, interpelados, como si estuvieran frente a una pija inesperadamente gigante. (more…)

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