La mujer que limpia

Le pagaba a una mujer para que me limpie.

Aldana venía las 9 de la mañana, cuando yo estaba en el medio de mi noche de sueño. Por eso, al principio, me despertaba de un timbrazo, yo le abría la puerta dormido, le daba algunas indicaciones y me volvía a meter rápido en mi habitación. Después de unos meses le di la llave y le dejaba una notita con lo que tenía que hacer. La noche anterior revisaba la casa para no dejar cosas de valor tiradas por ahí. Lo único de valor que tengo es un Ipod y una laptop, así que esas eran las dos cosas que escondía.

Entre sueños escuchaba el ruido de la llave en la puerta, a la mañana siguiente. La adivinaba dejando el bolso sobre el sofá, escuchaba el clic del interruptor de luz, la imaginaba inclinándose sobre la notita que le había escrito y luego caminando, escuchaba la puerta corrediza de la cocina y luego el ruido de sopapa despegándose de la puerta de la heladera, las puertas de la alacena (estaba decididiendo si tenía que comprar algo más, elementos de limpieza o algún ingrediente para cocinar lo que le había pedido), luego iba al baño y finalmente se escuchaba el ruido de la puerta de entrada cerrándose, cuando se iba a comprar. Yo me dormía otra vez, pero volvía a despertarme por unos pocos segundos durante toda la mañana, por algún ruido: la cuchilla picando verdura, un mueble que se corría, el cepillado de la bañera para despegar el jabón, la puerta de un ropero que se abría para colgar la ropa ya planchada.

Pasado el mediodía me golpeaba la puerta para limpiar la habitación. Me ponía un jogging roto que dejaba al lado de la cama y salía de la habitación, medio dormido. Ese era el mejor momento, cuando abría la puerta de la habitación y sentía el olor al brillo del piso mezclado con la comida. Me hacía acordar a cuando era chico. Mi mamá no cocinaba mucho, pero sí embadurnaba la casa con los olores de la limpieza. Enceraba casi todos los días, así que yo me despertaba con el rugido espiralado de la enceradora, el olor a cera y a veces el olor a milanesas. Yo dormía en un sofá-cama en el living, y por eso si había que recibir a alguien me tenían que despertar. Rápidamente se ordenaba el living, se tiraba un poco de desodorante de ambientes y se daba vuelta el colchón del sofá cama para que quedara la cuerina hacia arriba. Yo me queda esperando en el pasillo a que el invitado se fuera abrazado al bollo de sábanas, en pijama, dormitando con la cabeza contra la pared.

De a poco Aldana fue aprendiendo. No le tenía que indicar qué cocinar, elegía ella. Hacía más cosas. Iba a buscar la ropa al laverap, la planchaba. Iba al supercado, compraba lo necesario. Ordenaba los libros. Me organizaba los cajones. Y sólo hablamos cuando al final le tenía que pagar.

Un día me contó que su marido tenía cáncer. Se le notaban las ojeras, la cara pinzada por los tirantes de la angustia. Me contó cómo su marido empezó a sentirse mal, los estudios que le hicieron, el diagnóstico que fue volviéndose cada vez más nítido. Trató de contener las lágrimas pero no pudo y siguió hablando con la voz ahogada. Yo sentí que debía abrazarla, pero me quedé clavado donde estaba, apoyado contra la pared. Si le doy más confianza va a llamarme por teléfono varias veces por semana, pensé, y me va a contar los detalles del deterioro, del dolor, de la impotencia. Las cosas que se me ocurrieron para decir me sonaron todas falsas y estúpidas, así que me quedé en silencio. Después le dije que se fije, que si se quería tomarse un tiempo y no venir, que podía buscar a otra persona, y luego ella podía volver, que yo le iba a guardar el trabajo para ella. Me dijo que gracias, pero que necesitaba el dinero en ese momento.

A partir de ese momento, y durante meses, cada vez que salía de la habitación, dormido, ella decía: “Bueno, esta semana…” y empezaba a contarme las visitas a médicos, los tratamientos que no funcionaban, los trámites en la obra social. Era un recorrido itemizado por todos los intentos de curar o de prolongar. Yo sentía que ese relato estaba destinado más a ella que a mí, una manera de ordenar las cosas, precariamente, en secuencia. Yo aprendí a decir algunas frases intrascendentes. Decía mucho “quizás”, una palabra que nunca uso. Siempre uso “capaz”, pero en ese momento “quizás” me parecía más apropiado.

En todo ese tiempo ella nunca preguntó nada sobre mí. Sólo sabía los datos básicos de mi trabajo, de lo que como, y que soy gay (encontró una vez un pomo de lubricante tirado, tengo varios libros con esa palabra en el título, alineados en la biblioteca, etc).

A los pocos meses el marido murió. Me enteré por un mensaje que dejó en el contestador, diciendo que no iba a venir por un tiempo, que me iba a avisar cuando pudiera venir otra vez. Se le quebró la voz y cortó. La llamé al día siguente para decirle que lamentaba lo que había pasado. No dije nada más. Ella me contó qué fue todo lo que se trató de hacer en la última semana. Se notaba que ya había contado esto de la misma manera muchas veces, y me lo contó a mí porque sintió que tenía que darle un final al relato de todos esos mediodías, antes de abrir la puerta del horno o destapar una cacerola y mostrarme lo que había cocinado.

Pasaron unos 6 meses hasta que volvió a comunicarse, diciendo que quería volver a trabajar. Cuando la vi noté las secuelas del dolor en su cara, pero también noté que se había maquillado un poco. Se quejó de dolor en las cervicales. Le dije que no se preocupe tanto por la limpieza, que pase el escobillón y quite el polvo de los muebles. Me interesaba más lo que cocinaba, y ella pareció aliviada con mi sugerencia. Se notaba que le gustaba cocinar más que limpiar. Me contó que estaba terminando un curso de catering y que después iba a hacer uno de computación. Como estaba dando talleres literarios en mi casa, le pedí que hiciera comida para mí y también para el taller. Hacía cosas elaboradas: canapés, brochettes con albondiguitas, fiambre y tomates cherry, etc. Después, a la semana siguiente, me preguntaba qué respuesta había generado su comida. Incluso me dijo que iba a hacer tarjetas así las repartía entre mis alumnos. Se esforzaba cada vez más y sus platos se iban poniendo cada vez más elaborados.

Un día me contó que había conocido a un hombre en el colectivo.

– Estaba de traje – dijo -. Parece un galán de telenovela. Me miró y a mí me dio verguenza, no pensé que me miraba a mí. Vi que anotaba algo en un papelito y cuando se bajó me lo dio. Era su teléfono. ¿Qué hago, lo llamo?

Le dije que obvio que sí, que lo llamara.

– Ya lo llamé – me dijo, riéndose -. Hablamos todas las noches como dos horas. Trabaja mucho, lo único, así que todavía no nos vimos, pero esta semana me saca a cenar.

Aldana se compró un celular, y ahora lo que me despertaba durante toda la mañana era el bip creciente del celular, que sonaba cada 15 minutos. A medida que avanzaban los meses, Aldana se quejaba cada vez más de problemas físicos. Cada vez que iba a un médico le diagnosticaban algo. Cuando yo salía de la habitación, dormido, ella decía: “No sabés, esta semana…”. Miopía, presión alta, desviación en la columna… y finalmente, artritis. Empezó a faltar, muchas veces sin avisar. Finalmente hablé con ella y le dije que me sentía mal haciéndola trabajar, cuando tiene tanto dolor en los huesos. Si querés podés venir solamente a cocinar, le dije. Me dijo que igual venir hasta mi casa era mucho viaje y que por suerte el novio le había dicho que la podía ayudar económicamente, y que por eso había pensado en dejar de venir,aunque no se animaba a decírmelo. Le dije que me parecía bien, que era una lástima que no pudiera venir más, pero que lo más importante era su salud. Me dijo que le daba mucha pena, porque más allá del trabajo y del dinero, me había tomado cariño. Se le cayeron algunas lágrimas pero enseguida se recompuso. Me contó que ya había terminado el curso de computación, y que el novio le había regalado una computadora usada. Me pidió el mail. Se lo di.

A los pocos días empecé a recibir decenas de mails. Fotos de amaneceres, poemas de Benedetti, chistes sobre las diferencias entre los hombres y las mujeres. Como mi email empieza con crodriguez, recibo siempre mucho email que no es para mí, sino para Celia, Carlos, Celeste, Cinthia, César o Camilo Rodriguez. Por eso no me di cuenta que los emails venían de ella y además su correo era “vidaypaz2458” y no contenía su nombre. Respondí el mail con un : “Por favor, no te conozco, no mandes más emails a esta dirección”. Varios días después me respondió: “Perdón, pensé que lo conocía, debe ser otro Christian Rodriguez. Aldana.” Me hice el tonto.

A la semana siguiente vino a casa a despedirse y a devolverme la llave. Me contó que había mandado mail pero que un rayado que tenía la misma dirección que yo la había mandado a pasear. Le dije que mejor me de su email así yo le mandaba un correo y quedábamos conectados. Apenas le mandé empezaron a llegar todos los grandes éxitos del spam: el poema de que sólo hay un par de huellas en la playa porque en esos momentos te llevaba en mis brazos, el hotmail se va a volver pago si no hacés tal cosa, lo del activia es una mentira, etc. Esperé unos días y le mandé un correo contándole que por mi trabajo recibo decenas de mails por día, y que por eso sólo puedo responder a los que me están dirigidos en forma personal. A los pocos días me llegan unos pocos correos con cadenas, pero ahora les agrega a la línea de tema del correo un “CHRIS MIRA ESTO!!!”. Por ejemplo: “CHRIS MIRA ESTOO!!! Los ventiladores de techo causan cáncer (estudio Universidad de Maryland), Difundir, NO ES CADENA!”.

Me resigno a hacer 20 clics todos los días para borrar los correos de Aldana, hasta que un día pasa lo que tenía que pasar. Recibo, finalmente, el poema Instantes, en el que Borges, supuestamente dice que “sería menos higiénico” y “comería más helados y menos habas”. Hago clic en responder para aclararle que ese poema no es de Borges, porque Borges nunca escribiría semejante cursilería. Pero me freno a los dos renglones, cancelo el envío y voy a sacar un tuper del freezer para calentarlo al microondas.

This Post Has 35 Comments

  1. KUMA

    Quizas ella te contaba de su vida, esperando que tomaras eso como un impulso de contarle tu vida a ella :/
    Y ese mail, “quizas”, fue tu ultima chance de hacerle saber que los mails, pueden solo contener informacion personal

  2. Marxe

    Me hiciste reir con lo del poema de Borges. Es un clásico.

  3. maruja

    sí, la extrañamos, ya nadie nos cocina en el taller. ufa.

  4. Guillermo Iglesias

    Me gusta cómo el texto “finge” referirse a la vida de Aldana revelando en realidad un perfil sutilmente autobiográfico del narrador. Me gusta cómo, bajo la superficie llana de una prosa sencilla, se oculta la secreta complejidad de la fábula.
    Me gusta (no sé si queda claro).

  5. Gisela

    Muy buen relato, lo que mas me llamó la atención fue el comienzo… “Le pagaba a una mujer para que me limpie”… el sentido real.
    Un beso grande.

  6. Adrian Aciar

    Que paso conel relato?????!!! No puede terminar ahi!! Ademas tenes que aclarar lo del pomo de lubricante, uso personal o que?? Just curious.

  7. G'

    ja!! quizás la mujer no interesa ni debe interesar en lo mas mínimo ya que solo se le paga para hacer la limpieza, y eso le limita a conocerle mas allá de la linea: empleada – jefe no? solo cuándo se limitaba a su trabajo era cuándo verdaderamente servía, cuándo rebasa la linea de la que ya he hablado se vuelve incómodo… no hay tiempo y mucho menos el interés de mas. Señores… el egoísmo nos corroe. (mi opinion, no juicio en particular)

  8. G'

    finalmente? a quién le interesa la mujer que limpia… porqué habría de interesarme mas allá del trabajo que hace por el que yo le pago? no necesito estar escuchando una bola de problemas que no me interesan en lo mas minimo… que se limite a hacer lo que tiene que hacer y no rebase la linea empleada-jefe.
    Definitivamente un caso de egoísmo tan, pero tan normal hoy en día que se nos parece interesante leerlo, viviendolo cada uno en diferente modo y sentido a diario… respetable, y de mi parte? reprobable.

  9. Daniel

    Hola, me encantó tu blog. Casualmente antes vivía en Palermo, y ahora en Merlo, justo al revés que vos.
    Me gusta tu desenfado, tu forma clara de describir lo cotidiano.
    Al respecto de este posteo, me dejaste pensando… cuánta gente que nos rodea tiene enormes necesidades de comunicarse, de contar, de decir… Tantas, que como la protagonista de tu historia abren el grifo del alma y no dejan nunca de contarte lo que les pasa. Y cuando nada pasa, entonces cuentan lo que otros dicen.
    Me parece bien que no le hayas enviado un mail censurándola. Será un embole ver mil correos basura en la bandeja de entrada, pero evidentemente para ella es importante enviarlos. Vos lo solucionás con un clic, y todos contentos.
    Felicitaciones, gran trabajo. Quizás algún día me sume a tus talleres.
    Ah, me olvidaba, acabo de lanzar un blog y te puse entre mis recomendados. Espero no te moleste.
    Un abrazo

  10. javier

    Me encanto tu historia!

  11. Daniel Rizzi

    Muy bueno.Si es biografico, sos un terrible hdp, como todos.Ja. Porque se nota un poquito de fantasia primero y mucha condescendencia después.Algo así como “Te banco porque sos una negra cabeza…”, además sos una atracción porque sos villera y tenés mail. Pero no me jodas,te dejé entrar apenas a una rendija de mi vida, ya está.Todo bien, pero andate. Es el mail, que tenes que mandarle ahora.

  12. José Joaquín

    Buenísimo Xtian.

    Como sucede muchas veces con la ironía, muchas personas se quedan esperando un supuesto final que nunca habrá para este tipo de cuentos. Uno de los mejores que te leí.

  13. boris

    muy interesante relato. “me pongo la piel del otro y sueño con el” escribió jacobo Fijman, y no se por que me vino a la mente luego de leerlo.

  14. cesar

    y en realidad nos interesa ponernos en la piel del otro?. y nos interesa ver la concepcion del mundo del otro, en lo que cree y lo que anhela?
    y llegamos a ver que somos bastante afortunados con respecto a tanta gente?, que nuestra vida -generalizo- no pasa por si aumento el precio del tomate o por si tal o cual gato mostró el orto en lo de Tinelli?

  15. Marcelo

    Hola, no suelo “engancharme” en blogs literarios, pero me encantó el post de Aldana… me conmovió y me dejó con una sensación rara, que no sé explicar… gracias por compartir esta experiencia. Un beso. Marcelo

  16. Lucas

    gracias por compartir tus escrituras.
    abrazo.
    Lucas

  17. Midori

    Me encantó realmente lo que escribiste, el otro día me bajé un capítulo de In Treatment traducido por vos, cada día me caes mejor.

  18. Luciano

    Muy bueno el relato, me siento bastante reflejado en él, sólo que mi empleada doméstica viene con temas como “me enteré que mi marido se acuesta con su sobrina de 15 que es una putita…”, “Mi hijo me dijo que se la tenía jurada al padre porque lo echó de la casa que en realidad es de mi mamá pero no puedo hacer nada porque no tengo para el abogado”… no sabés si reirte o llorar, pero bueno me gustó porque es un vínculo extraño donde indefectiblemente uno comparte cosas íntimas, ella te ordenaba los cajones y vos supiste como se la levantó un tipo que iba en un bondi… Exitos.

    Luicano

    1. Ricardo César Averbuj

      Hola.
      Hermoso relato.
      Encontré este blog tuyo de casualidad.
      Fué cuando también de casualidad, encontré la página de Sandra Russo y la seguí.
      Cuántas dos Casualidades…
      RCA.

  19. Ricardo

    era un fenómeno limpiando hasta que empezó a ensuciar la bandeja de correo… su ingreso al mundo de la computación me hizo pensar en el personaje de la Loren en la escena final de “Un día muy particular”, con el libro abierto en su falda y todo un universo por delante.

    debo confesar que al principio leí “le pegaba a una mujer para que me limpie”

    el relato brillante tal como está

  20. Ricardo César Averbuj

    Hermoso relato.
    Encontré tu blog de casualidad, siguiendo la página de Sandra Russo, a la cual también de casualidad entré.
    Vaya este montón de Casualidades…!!
    RCA.

  21. Merlyn

    Grato. Muy grato. Gracias.

  22. yo

    Larga vida a In Treatment, gracias por las traducciones.
    Saludos!!

  23. Oliverio

    ¿No le mandaste un powerpoint de Coelho?

  24. erika

    muy bueno!

  25. shinny

    he leído toda la historia y me gustaría saber como termina, siempre pensamos en historias románticas, pero yo ya no creo en esas historias, por experiencias que he tenido desde que vivo en Eapaña, . Parece que la buena presencia y la higiene y el saber comer cosas simples son algo básicos, pero te puedo decir que no es así jajajaja, hay mucha gente que no sabe estar y reniego día a día con ello aquí, siento cosas que ahora tengo en cuenta y que antes era algo normal. Si ahora me tengo que fijar en esas pequeñas cosas ni te imaginas en lo demás jajjajaj., me rio por no llorar. bueno Xtian Rodriguez me ha encantado esta historia y creo que pòdemos compartir muchas más de gente que no tiene nada que ver con nosotros y me creo alguien con valores muy especiales al resto de la humanidad. Vengo de humanidades en formación, he estudiado en mi país. besos cariño y me gustaría que me escribas si es posible adiosssssssssssssl

  26. Laura

    Qué lindo escribís! Y la traducción de “Bala en el cerebro”, que lo leí hace mucho, buenísima, y la frase del final, genial.
    Muy bueno

  27. Bobbie

    Me gustó mucho. En lo cotidiano se esconden muchas historias interesantes.

  28. Nicolas Galian

    Yo creo que a pesar de la graaaan propaganda que hubo avisando que el gordo creído salió finalmente del placard ( cuando en realidad era vox populi que llevabas el paquete bajo el brazo o entre los cachetes-no-de-la-cara) seguís siendo un reprimido sexual (anal y oral, básicamente) que no soporta a las mujeres y que para colmo se cree el centro del mundo. Si, porque mirarse el ombligo para vos debe ser muy difícil porque puede ser que de casualidad te veas el bulto y te sientas mal, ya que rechazás tu cuerpo y para lo que fuiste hecho con pito y todo (arbolito de navidad) o sea, sos un egoísta de primera, no sé qué carajos te creés que sos!!! Si solamente sos un blogger gay que es como todos los putos, odioso, histérico y mal parido.

  29. juanfrancisco

    interesantisima manera de relatar,me gusto ,
    saludos

  30. ladygaga

    Hacía tiempo que no leía algo taaan clasista, podría titularse “relato de un gay burgués deprimido” o “la esclavitud del siglo XXI: algunas mujeres nacen para limpiar mi mierda”
    Es brutal la forma en la que naturalizas la estratificación social y la misoginia.
    Cuando comencé a leer me equivoqué con “Le pegaba a una mujer para que me limpie.”
    No entiendo, ¿por qué necesitas que alguien te limpie? ¿Eres manco? ¿Echas de menos a tu mama? ¿Estás en silla de ruedas y lo único que puedes hacer es escribir manifiestos de explotadores que contratan a personas que no tienen absolutamente ninguna garantía social? Menos mal que el chico de palermo le guardaba el trabajo… Yo te limpiaba gratis la estupidez.

  31. Uno que comenta

    Lo de “grandes éxitos del spam” me dejó riendo un largo rato, jajaja XD

    Muy bueno, Christian. Es así… Aprender informática de adulto tiene ese inconveniente. Se ceban, las personas se ceban con ese tipo de pelotudeces. El primer ejemplo es mi viejo, aunque ahora por suerte (y varios gritos en plan “¡papi! ¡eso es mentira! ¡dejá de mandar esas estupideces!” mediante) se dio cuenta.

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