Una teología del mordiscón

[29 de Agosto de 2002, Piscataway, New Jersey. Viviendo en la casa de Matías y Cecilia, buscando lugar para vivir y sin encontrarlo. Y Viviana que me manda un email contándome que esta deprimida/perdida. Y me sale este mail tan new age…]

No hagas terapia, que no te de verguenza, no te sientas tarada.

Es dificil de explicar, pero a veces, no se puede “pensar” y luego “hacer”. No todo en la vida es RESOLVER. Esto va a sonar medio insólito, sobre todo viniendo de alguien que siempre pregona eso de que el pensamiento debe preceder la acción.

A veces la cabeza enreda o crea “problemas” que son solo ficticios, que no existen: zen en el arte de la pavada espontánea.

Algun refrán medio trucho dice que no se puede saltar un precipicio a los saltitos. O das el salto o no lo das.

A mi me sirve estar conectado con la urgencia de la vida, con la fugacidad de todo lo que pasa. Vivir como subido en una ambulancia con la sirena prendida, en una ciudad que se incendia. Y despedir cada minuto con el pañuelito en el aire, con el pañuelito sudado luego de secarnos la transpiración de la frente. Pasala y que no vuelva, que nunca vuelva.

Hay que ser fiel a si mismo y traicionarse a si mismo también. Yo a veces pienso: “Hmm, yo no haria esto…” y voy y lo hago. Me importa un bledo el Christian que supuestamente deberia hacer A, que muera. Hago B. Me pruebo, y me divierto trastabillando. Quemar al Christian viejo y que surja de las cenizas el Christian nuevo, fénix e inflamable.

Nada en la vida es tan tremendo, nada es tan definitivo, todo está abollado: como el agua del termotanque de mi tío. Armá tu minuto de cerámica con tu minuto recién salido del horno, si te sale torcido lo enderezás.

Yo vengo de una parálisis virginal en la que solo hacía cosas que cerraban y salían redondas. Solo hacer las cosas que uno hace bien. Y el resultado era: no bailaba, no cogía, no escribía, no hablaba con la gente (y esa nada se llamó “secundario en el Manuel Belgrano de Merlo”). Después supe que estaba muerto.

Y tener el hambre y los músculos en las mandíbulas para pegarle mordiscones al gran sanguche de la vida. Esta ahí para eso, esperando tu mordiscón. Esa es mi religión, fundada en una mitología de embutidos. Mi santísima trinidad: el pebete, la mortadela y el mordiscón. Tres y uno.

Y decir que no podés es absurdo. La vida esta llena de imposibilidades. Todo es NO PODÉS. Pero uno va, hace y puede.

Yo no puedo ser gay, no puedo ir a estudiar a USA, no puedo bailar, no puedo coger, no puedo ser feliz. No soy feliz.

Vos tendrás tus no podés, pero está el aliento del mordiscón: la magia de la humanidad que hace cosas que no están escritas en ningún lado, que son insólitas, imposibles.

Mi consejo es: HACÉ. Aún pagando el costo de hacer todo mal. No dejes que tu cabeza serruche y derribe (im)posibilidades. Lo que no podés resolver no lo resuelvas. Tomate vacaciones de vos misma. Ponete nerviosa, muy nerviosa. Es falso pensar que vas a ganar seguridad cuando hagas las cosas bien. Vas a ganar seguridad cuando descubras que podés sobrevivir el escándalo del fracaso, de que la mayoría de las veces las cosas salen bien accidentalmente, de que sumar tu garabato en la gran hoja canson de la vida vale la pena.

A veces no lo sé explicar bien, o suenan a palabritas automáticas, un Leo Buscaglia pasado de anfetas.

Como dije el otro dia, la vida, ese gran moco, es una delicia. Cada minuto son 8000 puertas que se pueden abrir, si las cagás a patadas y las derribás.
Rompé todo, volvelo a construir, hacete mierda y despues sentate a observar como te reconstruís sola. Andá a buscar las cosas que están ahi esperando. Andá al super del universo y vaciá esas gondolas: vénga y llévese todo. ¿Qué piensan los demás? ¡Que se jodan los demás! El que no entiende que compre una Filcar. No intentes gustar ni convencer a nadie. Eso solo pasa indirectamente cuando alguien siente el olor de alguien que saltó fuera de la gran multitud que puebla la guía telefónica. Que rompiste tu molde a los martillazos, que lo que ven es solo la superficie de lo que sos, que estas conectado a una central termoeléctrica invisible, que nada te va a frenar. Y que si se te cruzan en el camino van a terminar arrastrados por tu corriente de magma, como los desprevenidos habitantes de Krakatoa, al este de Java.

Jugá en el arenero de la vida. Lo que Cortazar llamaba el sentido lúdico de la vida. Desenterrar el nenito pícaro que hace bolitas de moco y las pega en las barandas de las escaleras.

Este es, casi, mi credo. Escrito con sangre, sudor, lágrimas (¿y moco?). Uno de esos teoremas que se graban indelebles en tu cabeza cuando estas al borde del suicidio o de algún otra cumbia feroz. A veces las cosas no se hacen A y luego B y luego C. A veces uno tiene que ir a la N y llenar las columnas de este tuti-fruti.

Y lo firma alguien enterrado en deudas, lejos de su pais, de su familia, de sus amigos y que solo tiene lugar para vivir por unos pocos días.

¡A pegar el mordiscón! San blás, san blás (o buen provecho).

Xtian, escrito de un tirón, 29 de Agosto de 2002, 6:10pm, Piscataway, New Jersey

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