Abrirse paso

Llegó la hora de escribir. No tengo ninguna idea, nada para contar. Cierro todos los programas, el messenger, el correo, no quiero nada que me distraiga. Le bajo el volumen al teléfono y al contestador. Hago pis. Saco una gaseosa de la heladera, la abro, lleno un vaso. Corto pedacitos de queso, y lleno una compoterita con maníes. Llevo la vianda a la habitación, la apoyo sobre el escritorio de la computadora. Abro el editor de texto. Lo configuro para que la hoja sea lo más grande posible, la fuente de letra grande también. Los márgenes amplios para que los renglones sean cortos, para que rápidamente se armen los párrafos de 5 o 6 líneas. Me engaño, claro, todavía no hay nada escrito. Busco música en el disco rígido, hoy no quiero algo melancólico, hoy quiero jazz, John Coltrane o algo así. Love supreme, eso.

Tengo ganas de hacer pis de nuevo, voy al baño y de paso me lavo los dientes, casi automáticamente. Voy a comer maníes y queso, seguro, voy a tomar mucha Pepsi, así que lo de lavarse los dientes no sé por qué.

Escribo: En tres días este blog cumple 5 años. (more…)

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Aquellos buenos viejos tiempos

… en los que el chat me divertìa, me purgaba, me permitìa descargar un vòmito dadaìsta. Insòlitamente alguien me pasò un log del canal de chat gayargentina del 2002 (en ese momento yo vivía en New Jersey). Mi nick es CCCCC.

Thu Sep 19 2002

[00:24] CCCCC: hola che

[00:24] Andy: quiero pijaaaa

[00:24] Musculos_: aca macho buen lomo busco igual

[00:24] CCCCC: despiertan de la pavada

[00:24] CCCCC: al mundo real

[00:24] Demerzel: christina de mi corazon?

[00:24] Matias19: pero miren que trajo la iuvia?

[00:24] CCCCC: vade retro pijas culos biceps (more…)

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Maravilla

[Domingo 12 de agosto, 23 horas, Palermo] Cuando me siento a escribir frente a la pc, estas son las cosas que me acompañan: la música (Leonard Cohen, por lo general),…

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Ciegos, segunda parte

[segunda parte de la historia que comenzó acá]

– Hay algo que no me explicaste. ¿Para qué decís que sos ciego en el mensaje de presentación?
– Y, para que ya sepan de entrada.
– Pero podrías esperar a charlar y ver qué onda, en vez de presentarse de esa manera, ¿no?
– No, prefiero decirlo de una. Tuve varias malas experiencias…
– ¿Como qué? ¿Encontrarte y que te digan “sos ciego, no sos mi tipo”?
– No, siempre lo digo antes. Pero me pasó varias veces hablar horas y después quedar en encontrarme y que me digan que está todo bien y cuando me encuentro me dicen “disculpame, no me va”.
– Pero eso pasa siempre, creo, una cosa es estar cómodo charlando en un teléfono y otra es estar cómodo en persona. Aparte está el tema de que sos ciego. Yo que sé, a mí me ponen muy incómodo los pibes Down. No sé qué hacer cuando estoy con un pibe Down, me ponen nervioso, es como que no sé qué carajos se supone que tenés que hacer.
– Sí, eso lo entiendo. A mí también me pasa. Mirá, te voy a contar una anécdota. Hay un día de diciembre, no me acuerdo qué día, creo que el 3 de diciembre, que se celebra el día del discapacitado. Bueno, yo vivía en zona sur en ese momento y me tomé el tren y me bajé en Constitución. Estuve como 15 minutos esperando que alguien me ayude a cruzar la calle y nadie me daba bola…
– ¿Pero vos no pedís?
– Sí, pero en Constituación se hacen todos los boludos, como que están apurados. Te sigo contando. Al final un tipo me agarra para cruzarme. Le agarro el brazo y estaba super bajo. Le digo: ¿qué sos, enano? Y me dice: No flaco, estoy en silla de ruedas. (more…)

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Ciegos, primera parte

[17 de julio de 2007, Palermo, 2.30 am]

Me cuesta dormirme, como siempre. Pero algo sí cambió: una vez que me duermo el sueño es profundo, espeso y sensato. Nunca tuve sueños así, con personajes, con argumento, con suspense. Antes mis sueños eran dadá, a lo sumo surrealistas: una puerta se convertía en una persona y esa persona en un miedo o en un sundae de pelos. Ahora no, ahora en mis sueños yo soy yo y juego al ludo con Celeste Carballo. Yo, el del sueño, reviso el correo electrónico cada cinco minutos, preparo té negro con canela y jengibre, acomodo obsesivamente en abanico los almohadones sobre el futón: yo, el del sueño, soy yo, el de la vigilia. O mejor dicho: yo y yo nos parecemos, pero el yo del sueño se desliza por los carriles de un argumento, de un sentido, de una historia que avanza hacia un final con moraleja y continuará, mientras que el yo despierto se sostiene en base a la repetición rítmica de las obligaciones, la síncopa de los ciclos, el débito automático del karma.

Me despierto y recuerdo el sueño completo, sólido, apabullante en su realidad. Lo tengo todo en la garganta. Miro el techo, busco los números rojos del reloj, y no puedo volver al sueño inmediatamente. Tengo el sueño todavía en la boca del estómago, como atragantado de ciruelas, y no puedo volver a la pileta del sueño hasta haber completado la digestión.

Busco el teléfono, disco el número, me meto en la hotline a contar ovejitas. Intento grabar un mensaje de presentación poniendo voz de mujer, pero tengo la garganta seca y me sale un carraspeo travesti. No importa. Entro en el salón de voces online. Lo de siempre: los sonámbulos, los calientes sin preámbulo, los que buscan a Marcela, los presos de Varela, los que buscan calor en el frío, los que te venden el cuento del tío, los porteros, los toreros, los policías, los de gendarmería, el ciego.

¿El ciego?: “Hola, soy Gonzo, tengo 26 años, soy ciego y busco chicas para charlar y ver qué se da”. (more…)

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El pub de la pelea, parte 3

[Tercera y última parte de la historia que empezó acá y siguió acá. Empecé a escribir con la idea de escribir esto en 15 minutos, pero me colgué y son las 4.30am. Los lectores generosos entonces avisarán si hay errores obvios o harán la vista gorda. Ambas cosas se agradecen.]

– Traé servilletas para secarle la sangre y fijate si podemos pegarle la ceja con la gotita – le dice uno de los de seguridad al otro. – Y llamá a la ambulancia que le van a tener que poner de nuevo el hombro.

Me llevan para allá, para allá es el patio, o sea para el sector fumadores. Primera ironía. Me cago de frío: segunda ironía. Me alcanzan un rollo de papel higiénico para que me seque la sangre: tercera ironía. Miro el cielo hacia el que se elevan las señales de humo del humo de los cigarrillos. Leo los puntos y los guiones del mensaje: j-o-d-e-t-e. A partir de ahora j-o-d-e-t-e, vos solo fuiste atrás del conejo blanco fumador, te ligaste la trompada, merecida o no, te caíste por el agujero de Alicia y ahora se borró todo y solamente brilla la sonrisa del gato de Cheshire, que te va a seguir como una estrella fija toda la noche.

Diego me agarra la mano, la pone entre las suyas. Bajo a tierra, a mi pecho y a mi estómago. Tengo la panza cubierta de pétalos de sangre coagulada. Tomo uno entre los dedos, lo levanto hasta mis ojos como para mirarlo al trasluz, brilla tu diamante loco. Es como una escama roja, de plástico, elástica, es la sangre que me chorreó de la sien.

Pienso boludeces: mi cuerpo produce plástico, no solo carne, sangre y huesos, sino también este cotillón. Hay un capítulo de Sex and the City en el que Charlotte tira pétalos de rosa rojos sobre una cama para prepararla para la noche de bodas. Desfloración, supongo, significa. Yo quiero cubrir mi cama de noche de bodas con estos pétalos de sangre que me salieron de la sien. A Oscar Wilde le encantaría, sí, en serio le encantaría. (more…)

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Forevermore

[17 de junio de 2007]

Me da fiaca ir a Merlo y por eso voy poco a visitar a mi familia, apenas una vez por mes, y me toca este domingo.

Domingo: suena el despertador, los mosaicos fríos, los ojos pegados que levanto hacia la flor de la ducha, el electroshock del agua fría, tibia y por fin caliente, los lentes de contacto que no hacen sopapa. El ipod, la mochila, los libros, en el espejo del ascensor no tengo ningún pelo que me salga de la nariz, tampoco cera visible en las orejas, el aire frío del mediodía del domingo, el puesto del flores con olor a sahumerio, el garage con olor a nafta, avenida Santa Fe, la gorda con la bolsa gigante que bloquea toda la vereda.

– Permiso, por favor, permiso, permiso, señora le dije permiso tres veces ahora no se enoje si la empujan. (more…)

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El pub de la pelea, parte 2

[continuación]

Mi puño viaja hacia la cara describiendo un arco, como si tuviera una raqueta en la mano y le pegara a una pelota. No quiero mentir, al único tenis que jugué en mi vida es al tenis de mesa, así que lo mejor es imaginarme con una paletita de ping pong pegando un remate, un remate fuerte. La cara del tipo se sacude bruscamente hacia el costado y cuando vuelve a la posición vertical es otra cara. Diego grita pará pará y se interpone entre el pelado furioso y yo.

Es un lugar común decir todo sucede en un segundo, pero también es cierto. Lo que sucede en un segundo es esto: pongo en movimiento el puño recorriendo un arco hacia la cara, centímetros antes de que ese puño haga impacto en su cara el pelado se da cuenta lo que va a pasar y hace una mueca de sorpresa, la parte interna de mi puño golpea su sien, la cabeza se desplaza hacia un costado, Diego grita pará pará, intenta interponerse y agarrarle los brazos por las muñecas, la cara del tipo vuelve a su posición vertical, el tipo se lanza hacia adelante, yo me miro la mano como si fuera la culpable, vuelvo a mirar al tipo y lo veo abalanzarse como si fuera el primer jabalí de una manada de jabalíes de ojos rojos. El siguiente segundo lo ocupa este pensamiento: este partido de ping pong lo pierdo.

Pause. Congelemos la imagen y retrocedamos a mi infancia y a mi adiestramiento en el templo Shaolín, o mejor, en algún campito de Merlo, después de una tarde entera de tirarle piedras con la hondera a una lata y de descuartizar varios cascarudos. Luis me mira a los ojos y me dice: “Chingolo…” (así me decía Luis desde que se enteró que fui un chingolo en una representación de Sueño de una noche de verano en el Teatro de Merlo. Ahora que lo pienso: estoy casi seguro que no hay chingolos en las obras de Shakespeare, así que esas medibachas amarillas y todas esas plumas de papel crepé se vuelven todavía más innecesarias). Luis me dice: “Chingolo…” – y ahora que lo pienso chingolo es como “mi pequeño saltamontes” – “si te vas a pelear tenés que hacerlo con instinto asesino. Tenés que estar seguro de que la furia no se te va con la primera piña. No podés quedarte a esperar una vez que pegás el primer tortazo. No podés esperar ni pelear limpio, los boludos que pelean limpio terminan desfigurados.” (more…)

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