Ella

Afuera llueve pegajoso y acá adentro, en el bar, yo me refugio en el café con leche. Hay poca gente hoy: un viejo que lee el diario en una mesa, y más allá en diagonal, una pareja. Ella tiene unos 35 años y él unos 50, aunque la veo mayormente a ella. Los gestos de ella delatan un enojo creciente, así que decido sacarme los auriculares y escuchar la charla. Escucho todo lo que ella dice, aunque está a unos 6 metros; a él, en cambio, casi no se lo escucha.

ELLA: No te hacés cargo de nada vos. Y menos que menos de tu hijo.
ÉL: [inaudible].
ELLA: Porque te cuesta mover el culo fofo ese que tenés. Siempre te costó. Usás a la gente, a eso te dedicás. Los usás de relleno, los usás para huir de tus responsabilidades.
ÉL: [inaudible].
ELLA: Veinte años, sí, y, ¿eso qué tiene que ver? No me quisiste ni cinco minutos de esos veinte años. Así que yo me voy a dormir a lo de Luciana.
Él: [inaudible].
ELLA: Sí, mi amiga Luciana.
ÉL [irónico]: ¿Te vas a dormir a lo de tu “amiga”?
ELLA: Sí, ¿qué significa ese tonito irónico? Mi. Amiga. Luciana. ¿Qué parte no se entiende? ¿O estás insinuando que me cojo a mi amiga?
ÉL: [risita, inaudible].
ELLA: Ese es tu morbo. Sí, me di cuenta que un par de veces estuviste por proponer un trío. Pero no te animaste, estuvimos veinte años juntos y no te animaste. Porque te cuesta mover un dedo, todo es demasiado para vos. El resto de la gente labura, mantiene una casa… [Levanta la mano y con un gesto pide la cuenta].
ÉL: [inaudible].
ELLA: Igual si proponías un trío te iba a decir que no. Porque vos te ocupaste siempre de pincharme la autoestima. Era un trapo de piso yo con mi autoestima.
ÉL: [inaudible].
ELLA: Sí, hubiera preferido un trío con dos tipos y no con otra mujer. Lo tendría que haber armado. Lo puedo armar ahora [Levanta la vista e inspecciona al público presente. Hay dos mozas cantando un tema de Arjona que sale de los parlantes, un viejo leyendo el diario y yo. Yo finjo que leo Shakespeare]. Acá mismo encuentro un par y me los enfiesto. Mirá lo bien que estoy. Soy atractiva, calentona, con ganas de vivir, y no tengo el culo fofo. Mirate vos, en cambio…
ÉL: [inaudible].
ELLA: Y vos mientras tanto tapando las mirillas. Lo del veneno en el desagüe. Los gualichos. Feíto. Qué feíto todo. Pero tengo que agradecerte… [Una moza le trae la cuenta y se va.]. Tengo que agradecerte algunos momentos muy graciosos. Lo del veneno. Me reía sola, mirá, sola, a las carcajadas. Debo reconocer que hubo algunos pasajes desopilantes.
ÉL: [inaudible].
ELLA: A mí me parece que llegó el momento de que tomes una decisión. La primera decisión de tu vida: tenés que decidir si vas a ser un puto o un vividor.

[Ella paga la cuenta dejando los billetes sobre la mesa. Se levanta. Saluda a la moza con un gesto de la mano. Los dos caminan hasta la puerta, ella va adelante, saca un paraguas del paraguero, y salen a la calle. Llueve pegajoso. Ella abre el paraguas, él le cruza el brazo por la espalda y la toma del hombro, y juntos avanzan acurrucados abajo del paraguas y se frenan en el cordón de la vereda, a esperar a que el semáforo se ponga en verde.]

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