Cuarentena obligatoria

Ayer, cuando anunciaron la cuarentena obligatoria, fui a comprar las últimas cosas que necesitaba. Volví a casa contento, tranquilo, ya tenía todo, pero no, me había olvidado algo esencial: no tenía fósforos, no tenía fuego. Llegué corriendo al chino, que ya estaba cerrando, y con el último aliento llegué a la góndola, y no, no había fósforos, por suerte la empleada me señaló que quedada el último encendedor. La china en barbijo me lo alcanzó, y yo lo agarré, con un leve tirón. Si me ponen a hacer de Prometeo, tengo que creerme el papel.

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