35

Hoy cumplo 35 años. Pensé que eso me iba a empujar a la reflexión.

A las 10 de la noche de ayer pedí un matambrito a la fugazetta por teléfono y un cuarto de helado. Mientras esperaba caminé alrededor de la mesa ratona. Fui al baño. Limpié los pelitos que habían quedado adheridos al espejo cuando me afeité hoy a la mañana. Fui al dormitorio. Hice la cama, doblé la ropa. Me puse crema en la planta de los pies. Se hicieron las 12 y llegó el delivery y los 35, pero no la reflexión. Fui al living. Me comí el granizado de dulce de leche, dejé el mango para más tarde. A las 12.30 salí al balcón, hacía frío y Bulnes estaba vacía. Subía desde la planta baja el olor de la basura recién recogida. Me apoyé contra la baranda y revisé las ventanas indiscretas de los edificios de enfrente. No encontré nada. Giré hacia la maceta a mi derecha y me encontré con el perfil de una paloma asomada apenas entre las ramitas. La paloma y su único ojo de perfil, sin parpadear. Acerqué la mano lentamente. La paloma se alejó aleteando hacia Güemes. Me acerqué todavía más y vi dos huevos blanquísimos brillando en la oscuridad.

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