Cuba libre, un viaje, 13

Segundo día en La Habana

A la mañana siguiente, cuando me despierto, Ariel no está en la habitación. Me ducho y salgo a la calle. Enseguida me engancha un matrimonio negro que cruza la calle. ¿Para dónde camino para ir hacia La Habana vieja? Caminá con nosotros y te indicamos. Estoy en guardia, seguro que me piden algo. Pero no, van simplemente agarrados de la mano, se ríen porque sí, charlamos. La calle y la gente me resultan extrañas, con una efervescencia casi coreografiada, de musical hollywoodense. La luz del sol brilla en los vellos de mi antebrazo, surgen voces en surround, de todos lados, los autos cincuentosos avanzan lentamente. (more…)

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Cuba libre, un viaje, 12

Primer día en La Habana

Quiero volver otra vez a esa combi, entrar a La Habana como entré esa noche, con Ariel como siempre charlando con el chofer, primero en el asiento de atrás, conmigo y después en un semáforo ya en el asiento delantero, confirmando con el chofer que sí, que eso es el Parque Lenín, que sí, que esa es la playa de la Revolución, y yo desde atrás barriendo con los ojos las lucecitas y después fijando los ojos en el costado de la ruta oscura y que de ahí aparezcan, (more…)

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En el secundario (1984-1988), parte 1

Llueve todo lo que puede llover sobre Buenos Aires. Una lluvia que mueve la mugre de lugar, que arrastra todo hacia las alcantarillas y las atasca y las hace rebalsar. Mañana todos deberemos retomar nuestra tarea de Sísifos y volver a desparramar mugre según nuestro propio diseño. Escribo como quien oye llover, moviendo mugre de acá para allá, arrastrando palabras hasta que la alcantarilla rebalse y traiga a la superficie el papel de un paquete de DRFs de menta en 1985. Soy yo el que apuré el paso hasta el kiosco, me compré ese paquete de pastillas y me las metí de a tres en la boca, mastiqué y empujé con la lengua por todos los costados antes de tragar y meterme en la boca otras tres. (more…)

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Cuba libre, un viaje, 9, 10 y 11

[Acá van las últimas 3 jornadas en Cayo Coco, lo que sigue después de estos 3 capítulos es La Habana]

Slideshow de los últimos días en Cayo Coco:

Cuarta Jornada

1. Vuelvo de la playa hacia el lobby del hotel en busca de un trago. Al costado, en el escenario en el que a la noche presentan los shows, hay un pavo real. Alguien lo puso ahí, es parte del entretenimiento de la tarde. Frente al pavo está la rubia boba que anima el show infantil de la noche. Tiene una voz estridente y no importa en qué lugar del extenso complejo te encuentres, escuchás su exclamación fetiche: “Bye bye, Mickey Mouse”. No entiendo qué significa eso, pero por eso mismo, como los versos más ridículos de una canción mala, no puedo sacármelo de la cabeza. La rubia boba está todo el día vestida de rubia boba: mini-shorts, tacos, top y vincha. Maquillada a rabiar aunque sean las 3 de la tarde. Intenta enfocar el pavo real, pero el pavo se mueve y justo cuando logra acomodarse, el pavo esconde el plumaje. Ella se sienta a esperar, yo me siento a esperar también, más lejos, con mi daikiri. La rubia le pide a un pibe que le saque una foto junto al pájaro. Sube al escenario, los dos despliegan sus plumas, clic.

2. Se hace de noche y espero el show. De pronto, más allá, de la oscuridad que rodea la pileta, aparece una silueta corriendo. Es Ariel, que se acerca agarrándose el pecho, recuperando el aliento. “Estaba lo más bien tirado en la reposera, mirando las estrellas y me atacó un murciélago. Te juro.” Ariel vive en un piso 18, una vez entró un murciélago en la casa. Se asustó muchísimo. (more…)

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Rarísimo

En el suplemento cultural del diario Perfil de hoy, 28 de diciembre, se publica un cuento mío. Se trata de una versión reducida a 3500 caracteres de Raro, un texto que escribí para este blog. Si usted, querido lector, llega a esta página a partir del diario y está un poco perdido, puede proceder hacia el mapa del sitio, dónde encontrará algunas recomendaciones de qué le conviene leer primero. Si usted es de los que necesita primero saber quién soy, acá esta mi biografía. Y si, luego de haber aventurado el piecito en esta blog-pelopincho, se anima a una zambullida, haga clic en cualquier enlace de los archivos mensuales. Siéntase en su casa. (more…)

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Cóncavo

Con la acunpuntura de los chorritos de agua en la nuca me estiro para agarrar el Head and Shoulders Citrus Fresh del estante (el estante está bajo, así que esto es más bien una reverencia, una seña corporal de respeto al zinc piritiniona, el sulfuro de selenio, la brea de hulla y el ácido salicílico, que a partir de este momento pensaré no como moléculas inertes sino como pacmans). Abro la tapa con el pulgar, vuelco un charquito lechoso en la palma de la mano, me refriego la cabeza y de paso la barba, los bigotes y las cejas. Es una ablución, una purificación ritual (para prevenir la caspa y todo eso invisible que supura, que se deposita sobre nuestros hombros como nieve o tristeza o los dedos de una mano que acaricia hoy y mañana apreta el botón de borrar todos los mensajes). (more…)

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Porque le falta porque no tiene

Así despegar con las pezuñas todavía raspando el piso, chispas en la pista de despegue porque sabés que hasta ahora nunca. Como poner en automático el flujo de conciencia y que se mezcle el contenido de las canillas porque mejor que corra y no que gotee si al fianl si gotea son 46 litros por día y con eso se podria calmar la sed de no sé cuantos chicos en Etiopía. Sacame las manos de encima. Apretás un botón y se enrosca. Un codazo y todo el vodka encima, chorreando el hombro y bajando hasta las manos. (more…)

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Cuba libre, un viaje, 8

Tercera jornada en Cayo Coco

Me despierto tarde y almuerzo en el quincho frente a la playa. Se acerca un mozo rechoncho a tomar el pedido y me da la mano. Me llamo Lá-za-ro, dice, separando en sílabas. “El que se levantó de entre los muertos”, digo. “Ese mismo, nací en diciembre”, agrega. “Te pusieron el nombre por el santo, entonces”, sugiero. Sí, efectivamente. Pido una pizzeta de chorizo, con queso y tomate. Me dice: “Acá (se refiere a Cuba), si no tiene queso no le decimos pizza. ¿Afuera cómo es?”. Me quedo pensando, no en la ontología de la pizza, sino en la palabra afuera. Tengo la cabeza hecha un lío y no estoy para hacer análisis de discurso, pero me parece que decir afuera para referirse al resto del mundo implica un adentro opresivo. El afuera es la puerta que se abre para ir a jugar, el adentro es resignarse a ser la señorita de San Nicolás: coser y a bordar para enamorar al coronel. En la dictadura la gente se iba a vivir “afuera”. Ahora se va a vivir a Estados Unidos, a España. El lugar de destino ahora importa, porque ahora se va en busca de, antes el destino no importaba, porque lo que había que hacer era salir. (more…)

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